El Ballet Folclórico Nacional celebró sus cuarenta y ocho años de existencia en la noche del pasado sábado, en el Complejo Cultural Politeama-Teatro Atahualpa del Cioppo. Allí, el grupo mostró todas las técnicas y los estilos que han utilizado en su trayectoria.
Sebastián Rodríguez, director del Ballet, habló con HOY CANELONES e hizo una recorrida por las casi cinco décadas de historia y por las diferentes semblanzas que el elenco ha tomado en su trayectoria.
Por el año 1968, a unos amigos de Las Piedras que bailaban folclore en fiestas tradicionales, se les ocurrió armar un grupo. Presididos por Yamandú Rodríguez, quien dirigió el Ballet Folclórico Nacional hasta sus últimos días de vida, los jóvenes fundaron el grupo de danza que, al principio, se llamó San Felipe y Santiago.
“El grupo mostraba todas las líneas y los hábitos del gaucho y la paisana de nuestro campo”, cuenta Sebastián Rodríguez, hijo del fundador y actual director del colectivo. “Por esa época tuvieron la suerte de ser asesorados por dos grandes maestros que tiene el folclore: Flor de María Rodríguez de Ayestarán y el profesor Fernando Assunção”, agrega.
En la década del setenta, el grupo de baile San Felipe y Santiago se transforma en el Ballet Folclórico Municipal. “Cuando el ballet pasa a ser de índole municipal se convierte en una danza con proyección al exterior, a pedido de las autoridades del momento. Ahí empieza un período de transformación de los bailarines y se incorporan otro tipo de técnicas, tomadas de la danza clásica y del flamenco.”, cuenta el director.
A pesar de la fusión de técnicas de danza, el ballet no pierde su identidad folclórica. “El elenco se mezcló con otras formas de baile, pero mantuvo siempre el contenido de las costumbres de nuestros paisanos y paisanas”, aclara rodríguez.
El espectáculo que brindaron en el Politeama no en vano se llamó ‘Danza en Tres Niveles de Proyección’. El Ballet Folclórico Nacional tuvo tres grandes cambios a lo largo de su trayectoria: la fundación con un semblante tradicional, la profesionalización y proyección al exterior en la década del setenta, y un tercer nivel en los años noventa, donde se caracterizaron por la independencia e incorporaron la obra bailada. “En el año 1991 el grupo se separa de la Intendencia y se convierte en el Ballet Folclórico Nacional. Incorporamos también, por esas épocas, sucesos históricos con partes bailadas”, cuenta Rodríguez.
La noche del pasado sábado, el Ballet representó la vida de José Artigas desde el paso por el Cuerpo de Blandengues hasta su muerte en Paraguay.
Los Rodríguez
Todos los cambios del Ballet Folclórico pasaron por la dirección de Yamandú Rodríguez. Él fundó el proyecto y se mantuvo en la dirección durante treinta años. Sebastián Rodríguez lo recuerda como un director inigualable. “Cómo director estoy desde el 2008, año en que falleció Yamandú. Sin duda fue uno de los grandes referentes del folclore nacional y tratamos de mantener el nivel que él tenía, pero no podemos igualarlo”, indica.
Desde sus inicios como director, Sebastián Rodríguez reconoce que hay un interés para con la danza folclórica, pero que falta lograr una simpatía mayor con el público. “Tenemos que motivar un poco más a la difusión y la convocatoria para que la gente