Su cara es la de un tipo encerrado en una paradoja: entre el alivio de haber sobrevivido y la tristeza de haber perdido amigos y compañeros. Alejandro Martinuccio, el delantero argentino del Chapecoense que no viajó a la final contra Atlético Nacional por estar lesionado, todavía no encuentra explicación a lo que pasó en Medellín.
Pero está seguro de su futuro: “Me quiero quedar acá para revertir esto. Ellos siempre serán mis ídolos”, le dice a Clarín en el medio del campo del Arena Condá, estadio del Chapecoense, con la camiseta de Alan Ruschel, uno de los sobrevivientes. Martinuccio debutó en Nueva Chicago en 2007 y llegó hace un año al club de Santa Catarina. No viajó con el plantel por una lesión en la rodilla sufrida dos meses atrás. Le hicieron una artroscopia y ya tenía el alta médica, pero le recomendaron que siguiera con la recuperación y no viajara con el plantel..
Por eso, es uno de los ocho sobrevivientes del equipo. Los otros son: Ramos de Lima, Neném, Bruno Costa, Boeck, Andrei Alba, Dalmoro, Moisés y Martins Costante. Martinuccio, el único extranjero del equipo, estuvo estos días en el estadio, acompañando a los familiares de sus compañeros: “No paro de pensar en cómo sufren las familias, los nenes que dejaron. Pienso todo el tiempo en las caras de mis compañeros, en los entrenamientos que compartimos, veo los videos del avión y sigo sin entender”, dice. “Es muy schockeante saber que no van a estar más aquellos compañeros con los que hasta hace horas compartías el rezo antes de cada partido o nos juntábamos después de cada práctica”.En la mañana posterior al accidente recibió un llamado de su hermano, pensando que estaba en el avión. Así se enteró del accidente: “Nadie está preparado para recibir una noticia así. Te levantás un día pensando que todo está bien y pasa esto… Estaba todo el mundo llamándome. Las cosas pasan y no sé por qué”.
“Todavía estoy en shock. Esto es muy difícil y triste. Es llorar y no parar de llorar y acordarte de cada compañero porque el equipo es chiquito y conquistó una plaza en una final que nadie podía creer. Se formó una familia, una unión, y ahora no hay nada. Ahora debemos pensar en nuestros hijos. Yo mismo tengo tres. Es muy difícil pensar que podría haber estado en el avión. Me estaba recuperando de una lesión y no viajé. Me salvé por eso”, repite una vez más.
Martinuccio tiene 28 años y vive con su mujer y sus tres hijos en Chapecó. Después de su debut en Nueva Chicago, en 2009 pasó a Peñarol y en 2011 llegó al fútbol brasileño. Primero jugó en el Fluminense y luego pasó por Villarreal de España (fue a préstamo y volvió a Fluminense), Curitiba, Cruzeiro, Ponte Preta y desde el año pasado está en Chapecoense.
“En nuestro vestuario ya no hay nadie y hay que empezar de cero.Hace tres días que sólo veo gente llorar en el club”, dice Martinuccio como buscando respuestas imposibles.
Y sigue: “Yo quería estar en la final pero a la vez pienso que la lesión me salvó. Quiero quedarme aquí para reconstruir el equipo, tengo un año más de contrato, pero si no lo tuviera lo pediría. Este vestuario tiene que renacer”.
“No va a ser fácil esta Navidad, pero hay que seguir adelante y luchar. Hay amigos que están peleando por su vida. Vamos a intentar que Chapecoense salga de esta situación lo más rápido posible”.
FUENTE:AGENCIAS