Histórico, así fue el 4-3 de River. Tremendo. Con el sello de Gallardo, lógico. ¿Porque cuántos equipos son capaces de sacar la cabeza cuando están golpeados, contra las cuerdas, a punto de recibir el último golpe? Fue una final memorable, con polémicas y cuatro goles en el primer tiempo, con más vértigo y tres gritos más en el segundo. Es de fierro este equipo, que venía bajoneado por el superclásico, que estaba 2-3 después del 2-1 y absolutamente dominado. Pero el Muñeco tiene un don, ese no sé qué: metió a Alonso y a Mora, sacó a D’Alessandro y Martínez, y el uruguayo que venía de una lesión le dio por primera vez este título. Y el pase tan deseado a la Libertadores, el objetivo del semestre.
Entró Alonso y en la primera que tocó habilitó a Alario, que metió triplete colocándolo como un maestro, después de los dos penales del PT. Y el yorugua, el que no tuvo mucho lugar, el que entró en medio de un incendio, fue el hombre del gol del campeonato. El que le dio el impensado mazazo a Central, que dejó pasar su tercera final de Copa Argentina seguida. Se podrán discutir lo fallos del primer tiempo, si hubo un penal a Teo en el arranque, si Loustau cobró bien el penal del 2-1, pero está claro que al equipo de Coudet le falta justamente lo que le sobra a River: pasta para este tipo de partidos.
Mirá que River se tuvo que sobreponer a dos errores de Batalla, que jugó con dos pibes en defensa, que le costó no entrar en la provocación que propuesto justamente Teo. Cuando Ruben metió el 3-2 con un golazo que comenzó en un caño por derecha de Lo Celso, parecía que se derrumbaba el sueño de la Copa Argentina y Central manejaba, presionaba, estaba para el cuarto. Pero durmió ¡en un lateral!, lo empató Alario y dejó revivir a River. Y si a un equipo de Gallardo le das ese plus… Y en esa ráfaga la metió de nievo Iván.
Fiesta total en Córdoba, otro título para Gallardo. Entre tanto cambio, el Muñeco se las ingenió para dar otra vuelta y dejar dado vuelta a Central. En un 4-3 para la historia.