A la hora de mantener la limpieza del hogar se presta atención a los sectores que pueden suponer focos de gérmenes como el baño o la cocina, los pisos de la casa o el polvo que se acumula en las muebles. Pero ¿Cada cuánto tiempo se cambian las sábanas? ¿Y las toallas de ducha?
Como en todo, existe un amplio rango de personalidades que va desde los individuos más escrupulosos que querrían guardar sus accesorios bajo candado y los que no distinguen entre su toalla y la del perro. Entre ellos viven las personas más o menos equilibradas que lavan la ropa con cierta frecuencia y mantienen una higiene aceptable.
Sin embargo, puede que estos últimos no se estén protegiendo lo suficientemente bien. Al menos, según un artículo publicado hace un tiempo por Julia Calderone en Tech Insider, que causó mucha inquietud entre los lectores. Su resumen es que las toallas son un foco potencial de gérmenes y demás agentes potencialmente infecciosos.
Según Philip Tierno, un microbiólogo y patólogo de la Universidad de Nueva York, las toallas deben lavarse después de usarlas tres veces: “Y si conseguís secarlas completamente” cada vez que se mojan. Además, advierte que: “Si desprenden mal olor, hay microbios creciendo, así que hay que lavarlas seguro”.
La experta en enfermedades infecciosas y consultora de l Foro Científico Internacional de Higiene en el Hogar (IFH) Sally Bloomsflied dijo en declaraciones a la BBC que no existen datos científicos acerca de cada cuánto tiempo hay que cambiar las sábanas y las toallas. Pero sí hay evidencias de que las bacterias Escherichia coli o la Staphylococcus aureus, presentes en estas piezas, sí pueden generar infecciones, especialmente en la piel.
En una nota publicada en The Wall Street Journal, el Dr. Swartzberg, profesor emérito de la Escuela de Salud Pública de Berkeley (Universidad de California), explica que su preocupación no se basa tanto en la suciedad de la toalla sino en la “reinfección” de una bacteria, hongo o virus. Por eso desaconseja compartir toalla incluso entre familiares que compartan el mismo techo. Si una de las personas tiene una infección de hongos recurrente, por ejemplo, puede transmitírsela al resto.
FUENTE:LA VANGUARDIA