El momento de las comidas puede afectar la salud dado que impacta sobre el reloj interno del organismo  

Como dicta el dicho, ‘somos lo que comemos’. No en vano, nuestra salud se encuentra directa y completamente condicionada por nuestra alimentación. Por ejemplo, se sabe que las comidas ricas en grasas son malas para la salud dado que aumentan, y mucho, el riesgo de distintas enfermedades muy graves, caso de las cardiovasculares. Y asimismo y por el contrario, que los vegetales tienen un efecto muy positivo sobre la salud cardiovascular. Pero no se trata solo de qué comemos. También, como destaca un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Columbia en Nueva York (EE.UU.), de cuándo lo hacemos.

Como explica Marie-Pierre St-Onge, directora de esta investigación publicada en la revista «Circulation», «el momento de las comidas puede afectar a la salud dado que impacta sobre el reloj interno del organismo. En estudios con modelos experimentales se ha visto que cuando un animal recibe el alimento cuando se encuentra en una fase inactiva, por ejemplo, cuando está durmiendo, su reloj interno se restablece de una manera que puede alterar el metabolismo de los nutrientes, conllevando así una mayor ganancia de peso y el desarrollo de resistencia a la insulina e inflamación. Sin embargo, se requieren más estudios antes de que este efecto pueda ser aceptado como un hecho en los humanos».

Cuestión de tiempos

Concretamente, el nuevo estudio reúne las evidencias científicas acumuladas en humanos sobre cómo el momento y frecuencia de las comidas influye sobre los factores de riesgo para sufrir un episodio cardiovascular –caso, principalmente, de un infarto de miocardio o de un ictus.

Así, lo primero que destaca el estudio es que saltarse el desayuno se asocia a un incremento de los factores de riesgo de desarrollo de la enfermedad cardiovascular. No en vano, los ensayos clínicos han demostrado que las personas que desayunan a diario tienen una menor probabilidad de padecer hipercolesterolemia e hipertensión arterial. Y, asimismo, que aquellas que omiten la primera comida del día son más propensas a seguir una alimentación inadecuada y a padecer obesidad o diabetes.

Por su parte, el momento y frecuencia de las comidas también se asocian, como apuntan numerosos estudios, a numerosos factores de riesgo de patología cardiovascular, caso entre otros de la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, las hipoglucemias y la resistencia a la insulina.

Lógicamente, y si bien debe ser una de las prioridades a tener en cuenta, prestar atención a este ‘cuándo’ sirve de poco si lo que comemos es poco saludable. Así, como establece el estudio, debe seguirse una dieta adecuada que incluya frutas, verduras, cereales integrales, productos lácteos bajos en grasa, pescado y aves de corral. Y de la misma manera, limitar el consumo de carne roja, sal y alimentos con azúcares añadidos.

Como refiere Marie-Pierre St-Onge, «recomendamos comer con consciencia, planificando qué comer y cuándo hacerlo para así evitar comer de una forma ‘emocional’. Mucha gente encuentra que sus emociones pueden desencadenar episodios de ingesta cuando no tienen hambre, lo que por lo general conlleva un consumo excesivo de calorías procedentes de alimentos con muy bajo valor nutricional».

Organizar nuestra agenda

En definitiva, para seguir una alimentación adecuada se necesita que prestemos atención tanto a lo que comemos como al momento en que lo hacemos. Un aspecto este último que resulta difícil de lograr en frenético estilo de vida actual. Pero con independencia de lo ocupado que estemos, es vital que encontremos un momento para comer sin distracciones.

Como concluye Marie-Pierre St-Onge, «todas las actividades tienen su lugar en cualquier agenda apretada. También el comer de forma saludable y la práctica de ejercicio. Estas actividades deben ser planificadas con antelación y deben contar con un tiempo suficiente para su realización».