Por Gonzalo Hernández Waller
@gonzalohzw
“Oasis fue como un puto Ferrari. Genial para conducirlo, pero empezaba a dar vueltas sin control cuando acelerabas.” Así define Liam Gallagher a la banda que lo tuvo como cantante y con la cual dominó la escena musical mundial a fines del siglo XX y comienzos del XI. Y no se puede más que estar de acuerdo con la comparación. Y es que desde que comenzaron con la banda en 1991, tanto Liam como su hermano Noel, guitarrista, compositor y ocasionalmente cantante, fueron noticia continuamente, la mayoría de las veces por los conflictos, las peleas y el caos que generaban en todos los lugares a donde iban.
“Oasis: Supersonic”, documental estrenado en 2016, dirigido por Mat Whitecross y producido por Asif Kapadia y James Gay-Rees, ganadores de un premio Oscar por el también documental “Amy”, cuenta el vertiginoso y caótico ascenso de la banda británica desde su formación en 1991, pasando por años de esfuerzo sin reconocimiento pero cargados de convicción en que lo que hacían era espectacular y el éxito iba a llegar eventualmente porque era inevitable. Si, los muchachos eran (y son, si se me permite) muy soberbios. Pero fue esa soberbia y ese convencimiento de que el mundo era suyo lo que hizo posible que, afectivamente, conquistaran el mundo.
El documental es de un gran disfrute visual. Está basado en entrevistas realizadas a todos los miembros de la banda, productores, familiares y otros allegados. Si bien un documental basado en entrevistas puede resultar aburrido, este en particular se las ingenia para lograr todo lo contrario: en ningún momento se muestra a las personas siendo entrevistadas, sino que se utilizan las voces para construir el relato y se acompañan con imágenes que lo refuerzan, ya sean de archivo o animaciones creadas especialmente, todas ellas muy ingeniosas y entretenidas. Es un recurso que funciona muy bien porque las historias y anécdotas permiten ese tipo de juego y se vuelven muy divertidas.
Otro punto alto del documental es, obviamente, la música. Tenemos el placer de disfrutar de primeras versiones de canciones que nunca vieron la luz e incluso en un momento se nos permite escuchar a Liam cantando sin instrumentos que lo acompañen. Su voz limpia y pura, sin arreglos. Además, toda la banda sonora de la película es de Oasis. Es un viaje por las diferentes etapas de la banda, las grabaciones de sus dos primeros discos (Definitely Maybe y (What´s the Story) Morning Glory), versiones de estudio y en vivo de varias de sus canciones, terminando en un recital multitudinario para 250 mil personas, para el cual 2,6 millones de personas solicitaron entradas.
Sintetizando, la película nos muestra cómo esa disputa entre los hermanos por ver quién era el mejor fue lo que los hizo grandes y, paradójicamente, lo que dictaminó su final. El talento natural de Liam para cantar, esa voz única, junto a la creatividad y los dotes compositores de Noel, hicieron de Oasis lo que fue, es y seguirá siendo. Y es que en un momento Noel, consultado sobre lo que la prensa escribía sobre ellos (nunca nada muy lindo), respondió que podían escribir lo que quisieran, mientras estuvieran en la portada. Que al final lo que importaba era la música. Que si se habían peleado en un ferry rumbo a Ámsterdam o si le había partido un bate de cricket a su hermano en la cabeza no importaba, que eso iba a ser olvidado, pero que la música iba a quedar para siempre. Tal vez Noel tenía la bola de cristal, aunque es más probable que fuese un simple observador que se dio cuenta de que la banda no iba a durar mucho pero iba a dejar un gran legado. Sin dudas se dio cuenta de que el Ferrari iba a chocar tarde o temprano, pero iba a quedar con la radio prendida y con “Live Forever” saliendo de los parlantes.
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Mirá el trailer se «Supersonic«