Entre 2015 y 2030, se espera que en todos los países aumente sustancialmente el número ancianos. Este crecimiento será especialmente rápido en las regiones en vías de desarrollo. Si crece el número de personas mayores, se espera también que aumenten los abusos de los que está población es víctima. Si bien es un tema tabú, el maltrato a los ancianos ha comenzado a ganar visibilidad en todo el mundo, a pesar de que sigue siendo uno de los tipos de violencia menos tratados en los estudios que se llevan a cabo a nivel nacional y menos abordados en los planes de acción.

El maltrato de las personas mayores es un problema social mundial que afecta la salud y los derechos humanos de millones de personas mayores en todo el mundo y es un problema que merece la atención de la comunidad internacional.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución 66/127 Documento PDF, designa el 15 de junio como Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. Representa el día del año cuando todo el mundo expresa su oposición a los abusos y los sufrimientos infligidos a algunas de nuestras generaciones mayores.

Este año la campaña se centra en la importancia de prevenir la explotación financiera de la que los ancianos son víctima y garantizar los derechos humanos de nuestros mayores. En consonancia con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento, las personas mayores tienen derecho a una vida digna, libre de toda forma de abusos, entre otros, la explotación financiera y material, que podría conducir a la pobreza, el hambre y la falta de vivienda, poner en peligro su salud y bienestar, e incluso a una muerte prematura.

¿Qué es el «maltrato de los ancianos»?

Se lo puede definir como «un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, o la falta de medidas apropiadas para evitarlo, que se produce en una relación basada en la confianza». Puede adoptar diversas formas, como el maltrato físico, psíquico, emocional o sexual, y el abuso de confianza en cuestiones económicas. También puede ser el resultado de la negligencia, sea esta intencional o no.

En muchas partes del mundo el maltrato de los ancianos pasa casi inadvertido. Hasta hace poco, este grave problema social se ocultaba a la vista del público y se consideraba como un asunto esencialmente privado. Incluso hoy en día, el maltrato de los ancianos sigue siendo un tema tabú, por lo común subestimado y desatendido por sociedades de todo el mundo. Sin embargo, cada día hay más indicios de que el maltrato de los ancianos es un importante problema de salud pública y de la sociedad.

El maltrato de las personas de edad

El problema existe en los países en desarrollo y desarrollados y por lo general no se notifica en grado suficiente en todo el mundo. Tan solo en unos pocos países desarrollados hay tasas de prevalencia o estimaciones, que se sitúan entre un 1% y un 10%. Aunque la magnitud del maltrato de los ancianos se desconoce, su importancia social y moral salta a la vista. En tal virtud, exige una respuesta mundial multifacética que se centre en la protección de los derechos de las personas de edad.

Las formas de definir, detectar y resolver el maltrato de los ancianos tienen que enmarcarse en el contexto cultural y considerarse junto con los factores de riesgo que tienen una especificidad cultural. Por ejemplo, en algunas sociedades tradicionales se obliga a las viudas de edad a casarse de nuevo, mientras que en otras las mujeres mayores que viven solas son acusadas de practicar la brujería.

Desde los puntos de vista sanitario y social, si los sectores de atención primaria de salud y servicios sociales no están bien dotados para detectar y resolver el problema, el maltrato de los ancianos seguirá estando semioculto.

Abuso financiero

Las investigaciones recientes resaltan que la explotación financiera y el abuso material de los ancianos es un problema frecuente y grave. Entre un 5 y 10 por ciento de las personas mayores en todo el mundo pueden experimentar algún tipo de explotación financiera. Sin embargo, a menudo estas situaciones no se denuncian, debido, en parte, a la vergüenza que sienten las víctimas o su incapacidad para dar a conocer formalmente estos hechos, por ejemplo, debido al deterioro de sus facultades cognitivas. La mayoría de los datos disponibles provienen de encuestas realizadas directamente a estas personas.

Las formas que toma la explotación financiera difieren de unas regiones a otras. En los países desarrollados, a menudo se trata de robos, falsificaciones, uso indebido de propiedades o poderes notariales, así como la negación del acceso a fondos. En los países menos desarrollados, la abrumadora mayoría de la explotación financiera se manifiesta en acusaciones de brujería, que se utilizan para justificar la apropiación de bienes, expulsión de los hogares y la negación de la herencia familiar a las viudas. Los factores de riesgo para la víctima de la explotación financiera van desde el aislamiento social y el deterioro de las facultades cognitivos, hasta la dependencia emocional, física o financiera del autor de los abusos, ciertas condiciones de vida, como la pobreza, la viudedaz y la falta de redes de apoyo, además de la discriminación por razón de edad y otros tipos de prejuicios, normas discriminatorias en relación con las herencias, y sistemas policiales y judiciales débiles.

El maltrato en personas de edad puede implicar graves lesiones físicas, consecuencias psicológicas,  sociales  y patrimoniales a largo plazo. Afecta la salud y vulnera derechos humanos de las personas mayores que lo sufren.

Por ello, constituye un problema que merece la atención de la comunidad internacional, y del Ministerio de Salud en particular, se trata de un importante problema de salud pública, que merece políticas de Estado.

El Ministerio de Salud Pública en Uruguay ha sumado su aporte con algunas recomendaciones para encarar estos casos:

 

Algunos consejos  para que las personas mayores puedan prevenir y/o evitar situaciones de abuso y maltrato:

  • Mantenerse activas y socialmente integradas como les sea posible.
  • Multiplicar su participación en espacios y organizaciones donde generar nuevos vínculos.
  • No aceptar hacer documentos o poderes genéricos a cambio de promesas de cuidarle cuando se discapaciten.
  • Evitar la convivencia con personas que tengan dificultades mentales y/o consumo problemático de sustancias.
  • No realizan testamentos anticipados a beneficio de personas que prometen cuidarles si los firman.
  • No delegar en lo posible el manejo de sus asuntos económicos o el cobro de pensiones o jubilaciones a terceros.
  • No realizar préstamos al consumo para terceros bajo la promesa de que se utilizarán para su bien.
  • De sentirse maltratadas, denunciarlo con sus amigos y en la consulta médica.