Por Gonzalo Hernández Waller (@gonzalohzw)
ATENCIÓN: CONTIENE SPOILERS.
El pasado domingo 16 de julio a las 22:03 el Uruguay (y el mundo) se paralizó. Y no fue precisamente por el frío, aunque indirectamente algo tuvo que ver. La razón fue que, luego de más de un año de espera (el último capítulo de la sexta temporada fue emitido el 26 de junio de 2016) volvió Game of Thrones, generando un revuelo mundial comparable a una final de Champions League. El frío, como si fuese una estrategia de marketing diseñada por los mejores profesionales del mundo (con un poco de ayuda celestial) se instaló en todo el país como para darle la bienvenida a la serie que se había despedido el año pasado dejándonos en claro que el invierno ya estaba aquí. Y vaya si lo está.
Fiel a su estilo y para no permitirnos olvidar por qué nos gusta tanto, la séptima temporada del show más popular en el mundo comenzó con una exhibición de la más joven de los hermanos Stark. Desde el comienzo no tenemos respiro y ya nos encontramos inmersos en ese universo que tanto amamos. Además, el espectador recibe un regalo que puede ser condescendiente pero que, no se puede negar, es algo que esperamos hace mucho tiempo: el comienzo de la venganza de los Stark.
A continuación, como ha pasado en todas las temporadas de la serie, el ritmo se enlentece porque comenzamos a ver en qué situación han quedado los personajes luego del movido final de la temporada anterior y cuáles son los pasos que seguirán. Es decir, comienza un periodo de planificación y desarrollo de estrategias que nos dejarán como resultado muchas batallas épicas y litros de sangre desparramada sobre el final de la temporada. No es de extrañar, sin embargo, que el ritmo de esta temporada sea más vertiginoso que el de anteriores, teniendo en cuenta que son menos capítulos y el final está cerca.
Con Ed Sheeran cumpliendo el sueño del pibe (un cameo en el que comparte una ronda musical con Arya Stark y que recibió hinchas y detractores por partes iguales en las redes sociales), el invierno se instaló y, por seis domingos más, estará presente y promete ser muy crudo.
Recomendación:
The Handmaid’s Tale:
En una de las columnas anteriores hablamos de Better call Saul, una de las mejores series que se han emitido en lo que va del año. Y ahora le toca el turno esta joyita de Hulu que, si mantiene el nivel de la primera temporada, promete ser una de esas series que dejarán su huella marcada con fuerza.
Protagonizada por Elizabeth Moss, Joseph Fiennnes y Alexis Bledel, trata sobre un futuro distópico en el que una especie de dictadura ha sido ejecutada en EEUU y hay un nuevo sistema. La humanidad está padeciendo una crisis como raza, por la cual la tasa de fertilidad, y por lo tanto de natalidad, ha bajado drásticamente. Solo unas pocas mujeres son capaces de tener hijos. Estas mujeres son obligadas a vivir en casas de personas poderosas y tener relaciones con los hombres para tener hijos que luego entregarán a esas familias: son algo así como ganado utilizado para reproducción.
Defred, interpretada por Moss, es una de estas mujeres. Le arrebataron a su hija y a su esposo y la obligaron a vivir con una familia e intentar procrear un hijo para ellos. En este escenario, Defred lucha contra sus deseos de terminar con el sufrimiento que vive y una vida que ya no es tal.
Lo más interesante es que la serie no se limita a mostrarnos un futuro muy diferente al nuestro, capricho de la imaginación de algún guionista, sino que nos va mostrando fragmentos del pasado que nos ayudan a entender cómo fue que el mundo terminó de esa forma y nos hace reflexionar de muchas formas.
Con una fotografía muy cuidada en la que cada plano es tremendamente bello, utilizada de forma magistral para ayudar a construir ese mundo tan “perfecto”, The Handmaid´s Tale es una joya en bruto. Esperemos que sepan pulirla y sacarle todo el brillo que puede llegar a tener.
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