Las autoridades chinas anticipan que el balance mortal del terremoto de 7.0 que sacudió el martes por la noche la provincia de Sichuan podría rondar el centenar de muertos, según estimó la Comisión Nacional para la Reducción de Catástrofes, recuperando la triste memoria del devastador temblor que dejó casi 90.000 fallecidos en 2008.
El epicentro del movimiento telúrico, que se produjo a las 9:19 de la noche, se colocó muy cerca de uno de los destinos turísticos más populares del país, el Parque Nacional de Jiuzhaigou, Patrimonio de la Humanidad y residencia de Pandas gigantes, que en el momento del suceso acogía a 38.799 visitantes.
Los medios locales hablan de 19 fallecidos -incluidos 6 turistas- y 247 heridos, de los que la mayoría no reviste gravedad . Las autoridades locales indicaron que ya han evacuado a más de 31.000 viajeros presentes en Jiuzhaigou y han organizado un plan de asistencia para el que han sido movilizados miles de voluntarios, equipos de socorro con perros especializados en la búsqueda de supervivientes y cientos de vehículos.
El gobierno provincial reconoció que un centenar de visitantes han sido atrapados por una avalancha generada por el temblor. Equipos de bomberos han tenido que andar entre 15 y 50 kilómetros para acceder a los dos lugares más afectados: un hotel y un conocido lago local. Fotos distribuidas por la agencia Xinhua permitían apreciar la destrucción que se abatió sobre la recepción del edificio hotelero.
El mismo presidente Xi Jinping pidió que se realicen «los máximos esfuerzos para organizar rápidamente las tareas de ayuda a los heridos».
La zona está localizada en el borde de la meseta tibetana y es un área donde se multiplican las aldeas de esta comunidad y otras minorías étnicas. El terremoto fue tan potente que se sintió en la capital de la provincia, la ciudad de Chengdu, a 300 kilómetros del epicentro y en otras zonas más alejadas como Gangsu y Shaanxi.
Las imágenes que han ofrecido las televisiones chinas y las redes sociales dejan apreciar a multitudes huyendo bajo el pánico generado por el movimiento de tierra, zonas comerciales plagadas de escombros, y calles y parques llenos de una ingente marea humana que intenta alejarse de las edificaciones. Las dos ciudades más afectadas semejan haber sido las de Zhangzha y Jiuzhaigou.
El gobierno provincial anunció en su página web que tras el temblor varios trenes que se dirigían a Chendgu fueron suspendidos y todas las carreteras que se dirigen a Jiuzhaigou fueron cerradas al tráfico vial salvo para los equipos de rescate.
«Estaba entrando en el coche en el instante del terremoto y sentí como si me pasara al lado un camión pesado», declaró Liu Yanrong, un miembro del ayuntamiento de Zhangzha, a Xinhua.
«Ha sido como en 2008, aunque el de aquella fecha fue más potente. La gente no agarró nada, ni dinero, ni ropa.. Simplemente salieron (corriendo) a la calle», manifestó por su parte Tang Sesheng, residente en Jiuzhaigou, a la agencia AFP.
Siete horas más tarde, otro terremoto de 6.6 sacudió la región de Xinjiang, ubicada a 2.200 kilómetros de Sichuan, aunque las repercusiones de este último parecen haber sido menores.
Se da la circunstancia de que la misma provincia ya se había visto afectada porlluvias torrenciales y subsiguientes avalanchas de tierra en días precedentes que dejaron un balance inicial de 24 muertos.
Sichuan es un territorio donde se acumula el lúgubre recuerdo de los numerosos y trágicos terremotos que han azotado la zona, el más reciente de ellos el que se produjo en 2013 en el área de Yaa, que dejó cerca de 200 muertos y más de 10.000 heridos.
El evento de 2008, sin embargo, fue uno de los incidentes de su tipo más graves de la reciente historia de la humanidad. No sólo por las decenas de miles de víctimas que dejó sin vida sino por los casi 5 millones de personas que quedaron sin hogar o los más de 137.000 millones de dólares que se destinaron a las tareas de reconstrucción.
La tragedia también generó una corriente de solidaridad inusual en la sociedad china, movilizando a cientos de organizaciones y pequeñas ONG en el primer movimiento de este tipo al que asistía el país asiático en décadas.
«El terremoto de Sichuan fue un acontecimiento decisivo para la esfera de las asociaciones de China. Se desencadenó una exhibición sin precedentes de espíritu pública, donaciones de caridad, voluntariado y creación de redes sociales en la sociedad china. Se produjo la evidencia más fuerte que tenemos hasta la fecha de una naciente sociedad civil que no ha sido controlada por un estado corporativista», escribió Shawn Shieh, de la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín.
(En base: El Mundo)