El Papa Francisco terminó en la noche de este miércoles su agenda en la Nunciatura Apostólica de Colombia, lugar donde se hospedará esta semana. En el lugar fue recibido con cánticos, cumbia, música urbana y danzas que cientos de jóvenes y un grupo de religiosos le prepararon para darle la bienvenida.

El Sumo Pontífice descendió del Papamóvil y saludó a los soldados del Batallón Guardia Presidencial que estaban esperándolo y aprovechó para darle la bendición a todos los colombianos.

“Muchas gracias por el esfuerzo que han hecho. Eso se llama heroína, hasta los más chicos pueden ser héroes, sigan adelante. No se dejan vencer, no se dejen engañar, no pierdan la alegría, no pierdan la esperanza, no pierdan la sonrisa, sigan adelante. Les voy a dar la bendición a todos”, dijo el Papa para luego rezar un Avemaría con todos los presentes. “Gracias por la valentía, gracias por el coraje. Recen por mí y que Dios los bendiga”.

Los jóvenes rehabilitados a través de la Fundación del padre Javier de Nicoló, quienes superaron su vida en las calles, fueron los que lo recibieron, le cantaron y bailaron para recibirlo. Además ofrecieron unas palabras y le dieron tres regalos: una ruana, un vitral y un velón.

Tras esto, el Papa ingresó a la capilla, donde se reunió con personal de la Nunciatura y le ofreció flores a la Virgen y gratitud por la bonanza del viaje. Allí lo esperaba una cena privada, antes de su descanso.

Francisco llegó a la Nunciatura luego de recorrer toda la calle 26 (Avenida El Dorado) donde habían miles de personas viendo el paso de la caravana del Santo Padre para saludarlo y darle la bienvenida con banderas y pañuelos blancos.

Colombianos de todas las regiones del país se agolparon a lo largo de los 15 kilómetros de la avenida El Dorado, para recibirlo. Desde el mediodía la caótica arteria vial de la capital empezó a recibir a los creyentes que, apurados, se instalaron en el que para ellos es “el mejor lugar” para ver el paso de Francisco en el papamóvil.

Antes de llegar a la carrera 30, el río humano se agolpó sobre la vía, impidiendo el avance veloz del cortejo, situación que fue aprovechada por Francisco para saludar con choque de manos a quienes lograron acercarse al papamóvil e inclusive para recibir las flores rojas que le trajo una niña. Un recorrido que en algunos instantes tuvo dosis de tensión por la seguridad y el ritmo al que avanzaba la caravana.

Una vez cruzó la avenida Boyacá, se dio el primer cambio en el protocolo por parte del Papa, quien solicitó que el vehículo fuera llevado cerca de las personas. Al lado, por uno de los carriles despejados para la seguridad del Papa y de los creyentes, cientos de bicicletas acompañaban el recorrido.

Cerca de la Universidad Nacional, sobre las 5:35 de la tarde, la emoción pudo más y desbordó las líneas de seguridad para frenar el recorrido del vehículo. Y aunque los nervios fueron evidentes entre quienes custodiaban al Santo Padre, y la Gendarmería debió interponerse entre los fieles y el vehículo que por momentos estuvo detenido, finalmente todo se desarrolló con tranquilidad y algunas personas aprovecharon para acercarse y entregar flores blancas que Francisco no dudó en recibir. Cantos y plegarias a voz en cuello recibieron con alegría la visita ilustre.

Minutos después, el vehículo debió retornar a la calzada destinada para Transmilenio, cerrada desde la una de la tarde. Solo así pudo retomar el ritmo para avanzar hasta la carrera 19 y de inmediato girar al norte hacia la Nunciatura Apostólica.

El Sumo Pontífice llegó a Colombia en un avión de Alitalia a las 4:10 de la tardeproveniente de Roma y fue recibido por el presidente de la República, Juan Manuel Santos, en compañía de su esposa, la Primera Dama María Clemencia Rodríguez, que le dieron la bienvenida al país y lo acompañaron en un recorrido en el Aeropuerto Militar de Catam. Los saludó, con calidez, tomándolos por las manos.