El expresidente de Ecuador, Rafael Correa, dejó el gobierno hace apenas 100 días y se ha radicado en Bélgica, el país de origen de su esposa, con la intención- según sus propias declaraciones- de alejarse de la política. Sin embargo, en un término que nadie habría imaginado, las relaciones con su sucesor, Lenin Moreno –ex vicepresidente de Correa elegido con su apoyo y como opción de continuidad frente a la oposición de derecha- las relaciones se han deteriorado gravemente.
Desde Bogotá, donde asistió a la conmemoración de los 150 años de la Universidad nacional de Colombia, Correa concedió esta entrevista con Rodrigo Pardo, de la revista SEMANA. En ella explica su propuesta de una asamblea constituyente, explica las razones de su distanciamiento con su sucesor –y ex aliado- Lenin Moreno, y se refiere a su visión sobre la realidad del continente en un momento de auge de la derecha, de los efectos para la región de la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, y de las perspectivas de las negociaciones entre el gobierno de Colombia y la guerrilla del ELN, que se iniciaron bajo su mandato y siguen su curso en las afueras de Quito.
Correa afirmó: «El problema es que la situación en Ecuador es incomprensible. Hemos ganado las elecciones, pero es peor de que si las hubiéramos perdido porque se está aplicando todo el programa de la oposición, están persiguiendo a nuestra gente, y están convocando una consulta popular en la que no sabemos que van a preguntar. Presumimos que van a descabezar las autoridades de control, lo cual sería terrible para el Estado de Derecho. Entonces, si quieren cambiar tanto, si quieren gobernar con el programa que perdió, si están persiguiendo la gente… bueno, vamos a una asamblea Constituyente, vamos nuevamente a elecciones».