Parecía otra carrera más, dilucidada en la estrategia y en la degradación de los neumáticos. Parecía que Mercedes iba a devolver la moneda a Ferrari con el ‘undercut’ al paso por ‘boxes’. Parecía más o menos lo de siempre en Shanghai hasta que Daniel Ricciardo reventó todos los protocolos con un monumental espectáculo. Una lección al volante del australiano, con tres adelantamientos para el recuerdo ante los tres favoritos al título. Lewis Hamilton, Sebastian Vettel y Valtteri Bottas, uno a uno, cayeron rendidos ante el piloto de Red Bull. Una maravillosa lección de pilotaje de la que debería tomar buena nota Max Verstappen, su compañero de garaje.

La gloria fue para Ricciardo, que en el podio volvió a sorber el champán desde su bota derecha. La infamia, para el pendenciero Verstappen, que se llevó por delante las aspiraciones de Vettel y fue castigado justamente con 10 segundos por ello. El todavía líder del Mundial terminó entregando el séptimo puesto a Fernando Alonso. La pasada del asturiano en la curva 3, a falta de dos giros para la bandera a cuadros, quedará también en la antología del Mundial 2018.

 

Ya era hora para la escudería austriaca, harta de tantos malos tragos Australia y en Bahrein. Incluso durante este fin de semana, cuando Ricciardo rompió el motor en la última sesión libre y sólo un «milagro» de sus mecánicos, a juicio de Horner, permitió a Daniel disputar la clasificación. De hecho, únicamente pudo partir desde el sexto puesto. El remoto objetivo del podio se hizo de pronto más que real. No sólo eso. El dorsal 3 iba a hacer saltar todo por los aires.