Victoria celeste como tantas: de cabeza y en la hora

Primer tiempo para el más rápido olvido de un representativo charrúa en un estreno de una competición internacional, en este caso en el Campeonato del Mundo. Si bien el tiempo transcurrió y los análisis comparativos muchas veces se tornan odiosos, fue la presentación más baja de las tres citas que lleva a su cargo como técnico, Óscar Washington Tabárez.

Luis Suárez y Edinson Cavani no entraron al campo. Giorgian De Arrascaeta no fue explosivo como en sus apariciones anteriores aunque con breves chispazos trató de crear juego. Héctor Cúper, seleccionador egipcio, tapó la sociedad entre el exponente de Cruzeiro y Martín Cáceres, el despliegue de Nahitan Nández y el trabajo en mediocampo.

Diego Godín marcó el camino en dos ofensivas celestes que se deshilacharon producto de la ineficiencia que mostró el equipo a lo largo del primer tiempo. Los faraones escenificaron un cotejo en el que nunca corrieron riesgos y pudieron mediar alguna incidencia de gol de no ser por su inocencia en ofensiva.

En el arranque de la etapa complementaria, Uruguay en dos minutos hizo lo que no pudo en la parte inicial. Presión alta, chance de gol de la mano de los salteños, que puso a prueba por primera vez la resistencia de Mohamed El Shenawy.

Aparecieron las variantes en ambos equipos. Por parte de Tabárez, experiencia y frescura con Cristian Rodríguez y Carlos Sánchez. Cúper no modificó su estrategia sino que tal y como lo anunció en la conferencia previa, respetó su ideología, incluso con las modificaciones. La celeste creció en cuanto a temperamento y temple, aunque la claridad cada vez fue menos.

Egipto empezó a encontrar espacios en defensa, que con Mohamed Salah en cancha, la historia podía ser otra. La inocencia volvió a ser determinante porque otro rival te lo hace saber. Suárez, quien contó con las tres chances más claras, perdió todas con el meta faraón.

Pero si de líder y capitán se trata, el verdadero faraón fue Godín. Y su principal aprendiz José María Giménez fue quien rompió un maleficio de 48 años de no poder ganar en el inicio de un Mundial. El chico de Toledo, repitió la receta que faltaba mostrar a los celestes, la misma que ante Uzbekistán en la despedida  hilvanó con Sánchez. Queda camino para mejorar. Lo próximo ante Arabia Saudita.