Con el Maestro iniciando un cuarto ciclo consecutivo con la AUF, bien vale recordar cómo comenzó todo. Y contra quiénes.
“Una de las mayores alegrías que me dio el fútbol ha sido este proyecto de Tabárez. Pero ni yo ni nadie en aquel momento podíamos pensar que el Maestro iba a durar tanto. La realidad dependía de los éxitos deportivos, que por suerte se lograron. Luchando contra una cantidad de cosas internas de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), uno sólo aspiraba a que durara y eso significaba que clasificara al Mundial 2010. Si Uruguay no clasificaba, el Maestro no seguía. La prueba está que en todo este tiempo estuvo varias veces para salir, estando (José Luis) Corbo y también estando (Sebastián) Bauzá, porque ya antes de Sudáfrica tenían designado a un técnico que después del Mundial iba a ocupar el lugar de Tabárez”.
Mariano Uriarte a media cuadra de Divina Comedia. Corazón elegante de Carrasco. Ahí hay que ir a buscar la respuesta más fiel de cómo y por qué nació hace ya más de 12 años este fenómeno inédito en el que se ha convertido Óscar Washington Tabárez como técnico de la selección, un hito estadísticamente incuestionable en la historia del fútbol uruguayo.
“Después del Mundial de Francia (1998), al que Uruguay no clasificó, vino la designación de un nuevo técnico. En ese momento, quienes estábamos en el Ejecutivo (de la AUF) dimos nuestro parecer y en mi caso, acompañado por Jorge Almada, entendí que la persona adecuada era Tabárez. Tenía una experiencia muy importante, había clasificado a la selección al Mundial del 90 y lo disputó, después fue campeón con Boca en Argentina, y trabajó en un club como el Milan en Italia. Sin embargo, la mayoría del Ejecutivo se decidió por (Daniel) Passarella: (Eugenio) Figueredo, (Eduardo) Ache y Juan Pedro Damiani fueron a hablar con él a Buenos Aires y arreglaron”.
Hoy, con singular lucidez, a los 83 años, Daniel Pastorini, quien durante ocho años, entre 1998 y 2006, integró el Consejo Ejecutivo de la AUF, recuerda con lujo de detalles el ríspido y escabroso camino que desde fines de 2005 debió recorrer la designación de Tabárez como técnico de la selección. Así da por tierra una idea instalada desde aquel entonces en el imaginario popular, esa que dice que el técnico fue elegido porque Eugenio Figueredo, presidente de la AUF, intentaba congraciarse con el presidente Tabaré Vázquez para perpetuarse en el cargo, conociendo la filiación política del entrenador.
“Nooo…nada que ver. Más que al gobierno, (Eugenio) le tenía miedo al “Toto” Da Silveira, ¡ja, ja, ja! Yo sé que le dijo (a Figueredo) que le iba a hacer la vida imposible si llegaba a designar a Tabárez. En ese momento, a principios de 2006, mi sensación era que (en el gobierno) querían a Tabárez en la selección, pero no querían que fuera Eugenio el que lo designara. El ministro (de Turismo y Deportes, Dr. Héctor Lescano) me decía: “Ahora no conviene, para el maestro también es mejor que lo nombren después del Mundial, si no puede ser un problema”. Eso porque después del Mundial de Alemania (2006) habría elecciones en la AUF y Figueredo iba a dejar el cargo”.
En realidad, tras el retorno desde el Mundial de Corea y Japón en 2002, Pastorini volvió a proponer la candidatura de Tabárez. Pero tampoco en esta ocasión tuvo éxito.
“Los compañeros del Ejecutivo entendieron que había otros candidatos para que también presentaran sus planes de trabajo, y aunque el Maestro tenía su proyecto, me dijo: ‘Daniel, deje…porque ya entramos en un manoseo’. Yo dije que tenía mi proyecto para que hablaran conmigo y después, si no les servía, que hablaran con otros entrenadores, pero no estoy para estar en competencia con nadie’. Ante esa posibilidad de una especie de licitación, decidió retirarse. Ahí en el Ejecutivo le propuso a (Sergio) Markarian, también se habló con (Hugo) De León, y al final se eligió a (Juan Ramón) Carrasco”.
Con esos antecedentes, entonces, a fines de noviembre de 2005, con Uruguay eliminado para disputar el Mundial de Alemania, Pastorini les dijo a sus compañeros del Ejecutivo: “Bueno, llegó el momento de nombrar a Tabárez, ¿o quieren seguir esperando?’ Me miraron extrañados, pero yo les respondí: ‘Las grandes decisiones se toman cuando uno está en el fondo del tarro’. Yo conocía el proyecto que tenía el Maestro de las charlas que teníamos cada tanto, y era un proyecto integral. Por eso les dije a los demás neutrales: ‘No es que se designe un técnico para dirigir las Eliminatorias o un Sudamericano; esto tiene que encararse de otra forma, como lo piensa el Maestro, y yo coincido con Tabárez’”.
Tan ocurrente como memorioso, Pastorini sonríe. “Cuando (en el Ejecutivo) hablamos de eso, empezaron los juegos de tirar la pelota al ‘obol’… me decían: ‘Ahora se viene fin de año’. No concretaban nada. El maestro me decía: ‘¿Usted está seguro? No sea cosa que quedemos los dos atrapados en el medio, porque usted está rompiéndose todo con esto, y yo en una situación desagradable’. Hasta que en los primeros días de enero (de 2006) los reuní (a los integrantes del Ejecutivo) en mi casa de Punta del Este, y querían esperar a marzo. Ahí yo apreté. (Óscar) Magurno, que vino en lugar de (Humberto) Capote, que había sucedido a Ache, jugó un papel importante, porque en un momento se dirigió a Eugenio y le dijo: ‘Vamos a hacerle caso’”.
Doce años y 8 meses más tarde, el verdadero mentor del histórico proceso de Tabárez como conductor de todas las selecciones nacionales recuerda que en enero de 2006 fue a hablar con el Maestro para decirle lo que le ofrecía la AUF. “Me habían dicho de no pagarle más que a (el anterior entrenador de la selección, Jorge) Fossati’, que ganaba 25.000 dólares mensuales”.
Pastorini habla de “gente que se opuso, incluso periodistas” y de un “manoseo” que no aceptaba. En su momento, amenazó con dejar todo en el congelador y pedir sucesivas licencias de 60 días hasta el final del mandato. “Ahí empezó (a apoyarlo) Magurno, se resolvió la contratación, y presentamos al maestro el 21 de marzo (de 2006), pero antes pasamos por muchas cosas”, dice y su relato sale fluido.
“Había unas presiones brutales de dirigentes como (José Luis) Palma y el mismo (Arturo) Del Campo, que pensaban: ‘no, ahora no’. Llegado el momento se hizo una asamblea para tratar el tema, porque Palma pidió informes de cuánto iba a ganar el maestro y cómo iba a ser el contrato”.
Frente al planteo del presidente de Liverpool, relata Pastorini, en la Asamblea se resolvió que los 25.000 dólares fueran 20.000 hasta julio de ese año, y 25.000 de ahí para adelante. No dijo nada. Fuera de la asamblea, se enteró que ese dinero no era solo para el entrenador sino que incluía a todo el cuerpo técnico. “¿Con qué cara le iba a ir a decir eso a Tabárez? Ahí les dije (a los demás neutrales): ‘¿Saben una cosa? Yo voy a ir a hablar con el maestro y no vuelvo más a la Asociación, esto es una vergüenza’. Cuando fui a ver a Tabárez y le expliqué, me contestó: ‘Déjelo, no quiero saber más nada’. Entonces, le digo: ‘Maestro, escúcheme una cosa, usted en ésta no viene por dinero, viene porque quiere hacer obra y tiene ideas, y algún pesito hizo en Argentina y en Italia…’”.
El ex integrante del Ejecutivo de la AUF aún tiene muy presente, además, que Tabárez “tenía una oferta de Arabia, y otra de un club mexicano, creo que el Atlas, que le ofrecía 50.000 dólares de sueldo, más casa y otro montón de ventajas; ¡el doble de lo que iba a tener que compartir con sus colaboradores en la selección!”, motivo por el cual cita a varios coprotagonistas de aquella situación que fueron claves para salir de la encrucijada.
“Yo salí desolado, y le transmití eso a Osvaldo Giménez, que era el Gerente Deportivo de la AUF, a Celso Otero y al profesor (José) Herrera. Ahí hubo una actitud linda de ellos, porque Celso me dijo después: ‘Daniel, no hay ningún problema, alguna solución le vamos a buscar’. Yo le contesté: ‘Sí, pero hay que convencer al Maestro’; y los que lo convencieron fueron Celso, Osvaldo Giménez, y el profe Herrera”.
“Con esto digo que Tabárez fue el entrenador peor pago de todos los que fueron a Sudáfrica y consiguió el cuarto puesto. Dividieron los 25.000 dólares entre todos los integrantes del cuerpo técnico. Si me preguntan cómo lo hicieron, no lo sé ni me interesa”, destaca.
Al cerrar su narración, hace notar que su larga y obstinada insistencia “no fue por afinidad personal”, sino “porque conocía el proyecto del Maestro de muchísimas conversaciones que habíamos tenido sobre la selección durante años”.
No en balde, en el ya lejano 31 de marzo de 1997, siendo delegado de Wanderers, donde en 1985 y 1986 había coincidido con Tabárez cuando el Maestro dirigió a los bohemios, Pastorini presentó ante la AUF “un proyecto para institucionalizar las selecciones nacionales”, que tal vez aún hoy sigue encajonado en un escritorio de la sede de la calle Guayabos.
Pastorini, un gran impulsor del Proceso Tabárez, siempre supo que con él el entrenador no solo iba a cobrar por trabajar con la selección mayor, que afrontaba la dificultad de tener muchos jugadores en el exterior, “sino también por cumplir la función de supervisor de todas las selecciones juveniles, bajo determinados principios que van desde la parte específica del jugador hasta la del cuidado y la conducta personal de los muchachos”.
Si no fuera porque el técnico celeste rechazó la iniciativa de erigirle una escultura en la Explanada Municipal, también habría que haber pensado en un lugar para la de este abogado, que hasta no hace mucho integró comisiones en la FIFA y que también fue miembro del Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) durante ocho años.
(Por Jorge Savia – La Oral Deportiva)