La equinoterapia como espacio terapéutico para niños, niñas y adolescentes que se encuentran en cuidado residencial.
Pompón, Sebastián y Rosita esperan en el ruedo, mientras el ómnibus estaciona en la puerta del centro. Los/as niños, niñas y adolescentes bajan entusiasmados/as, como desde hace dos sábados atrás. Algunos/as esperan sentados/as en los bancos, mientras colorean dibujos de caballos; otros/as se acercan para acariciar desde el otro lado de la cerca de madera el pelaje brillante de los mestizos. Todos/as tendrán su turno para cepillarlos, limpiar sus cascos, hacerles trenzas y montar. Entretanto, deberán organizarse y ser pacientes. Este es uno de los objetivos de la equinoterapia social: trabajar sobre la grupalidad y respetar los tiempos y espacios de los demás.
El Centro de Equitación Terapéutica Crecer, ubicado a 4 kilómetros de la Aldea de Florida y a 3 del centro de la ciudad, es el n.º 40 habilitado por el Cenafre (Centro Nacional de Fomento y Rehabilitación Ecuestre). A través de prestaciones del Banco de Previsión Social, Crecer trabaja todos los sábados y domingos con dos grupos de aproximadamente 20 niños, niñas y adolescentes de 3 a 16 años que participan del servicio de Cuidado Alternativo de Aldeas Infantiles.
En el programa Florida ya se había incursionado en equinoterapia en casos concretos de niños/as con discapacidad, pero nunca de manera grupal. Esta propuesta se entendió como un espacio terapéutico complementario para todos los niños, niñas y adolescentes que están en cuidado residencial y que se encuentran privados/as del cuidado familiar.
Se basa en tres principios terapéuticos: la transmisión del calor corporal del caballo a quien lo monta (que permite distender y relajar la musculatura y que puede fungir como sustituto del calor materno, permitiendo la liberación de bloqueos emocionales), la transmisión de impulsos rítmicos (que favorecen el equilibrio, el enderezamiento del tronco, la relajación y la autoconfianza) y la transmisión de una locomoción equivalente al patrón fisiológico de la marcha humana (que induce la liberación de emociones reprimidas). A través del vínculo que se genera con el animal, quienes participan de estas terapias logran proyectar sus experiencias y emociones.
“Hay quienes manifiestan desconfianza en el primer contacto, más que nada por un tema de perspectiva. Son animales grandes, que pesan 400 o 500 kilos. Poder manejarlos fortalece la autoestima y la autoconfianza. Por otra parte, el caballo es el mejor fisioterapeuta. La fisioterapia mueve solo bases, los miembros. El caballo te mueve entero, le exige al cuerpo que se adapte al movimiento todo el tiempo”, afirman Gabriela y Luciana, referentes del centro.
Se trabaja de forma grupal sobre pautas de higiene, buscando la correlación con los hábitos propios de las personas,como el cepillado y la alimentación de los caballos. Al momento de la monta, se define caso a caso qué práctica se marca, ya sean ejercicios neuromusculares, para relajar la musculatura y favorecer la coordinación, como ejercicios con aros, para incentivar la motricidad.
Además de habilitar la distensión muscular y favorecer el equilibrio emocional, también se ejercita sobre el control de la ansiedad, los límites y los tiempos de espera.
“Al principio había mucha ansiedad por entrar al ruedo y montar, pero se fueron moderando entre ellos. A medida que pasan los encuentros se va viendo una evolución y una madurez en los grupos”, agregan.
Está previsto que la actividad continúe también en el verano y quede incorporado al servicio de Cuidado Alternativo como un espacio terapéutico y recreativo.
Escuchar al cuerpo
“La equinoterapia es ideal para estos adolescentes ya que muchas veces es difícil que los motiven otros espacios terapéuticos. Se pone en juego la expresión del cuerpo más que de la palabra. En el acercamiento al caballo, y mientras está realizando las actividades, el adolescente no precisa necesariamente hablar, se expresa corporalmente. El caballo tiene una respuesta de acomodación tónica que refleja las intenciones de las personas”, señala Paula Larnaudie, acompañante terapéutica y educadora del servicio de Cuidado Alternativo del programa Montevideo.
Larnaudie desarrolló en su trabajo final de grado de Psicología un preproyecto de investigación acerca de los abordajes clínicos en terapias asistidas con equinos para adolescentes participantes del servicio de Cuidado Alternativo de Aldeas Infantiles desde una perspectiva de psicoterapia corporal bioenergética.
Estos abordajes “posibilitan a los adolescentes apropiarse del espacio terapéutico y de su propio cuerpo. Son muy buenos para trabajar ansiedades y puesta de límites”, afirma.
“El caballo opera como un mediador que posibilita otro tipo de apertura en la relación del paciente con el terapeuta, en un espacio al que al adolescente le interesa asistir”, agrega.
En todos los programas de Aldeas Infantiles que brindan el servicio de Cuidado Alternativo hubo experiencias con equinoterapia. Actualmente, en el programa Canelones asiste un niño participante del servicio de Cuidado y Desarrollo Infantil y en Salto concurren dos niños diagnosticados con trastorno del espectro autista. Este tipo de terapia asistida es altamente recomendada en estos casos.
(Por : Laura Seara. Asistente de Comunicación de Aldeas Infantiles)