La boxeadora vivió una experiencia amarga en la velada de Canadá, donde Adonis Stevenson sufrió un KO que lo tiene al borde de la muerte.
(Por Jorge Savia – La Oral Deportiva)
Christian Namus volvió desde Canadá, donde el sábado 1° de diciembre vivió una experiencia amarga, y además inédita en su carrera, que tuvo muy poco que ver con la derrota por puntos ante la invicta canadiense Marie Eve Dicaire, que le reportó la pérdida del título mundial de peso superwelter de la Federación Mundial de Boxeo.
En Laval, provincia de Quebec, la boxeadora uruguaya fue protagonista de la pelea siguiente al combate estelar donde el ucraniano Oleksandr Gvozdyk le ganó por KOT (nocaut técnico) en el 11° round al haitiano nacionalizado canadiense Adonis Stevenson, que hoy se encuentra internado, en estado de coma inducido, debatiéndose entre la vida y la muerte.
“Cuando pasó lo de Stevenson, nosotros (Namus junto a su técnico, Gabriel Belela, y su preparador físico, el Prof. Fernando Herrera) estábamos en el camarín, ya casi por salir para nuestra pelea y, la verdad, no podíamos creerlo”, contó la pugilista a “La Oral Deportiva” ni bien arribó a Montevideo.
Namús dijo que “(a Stevenson) lo trajeron del ring en camilla y eso para un boxeador que justo está por pelear, justamente, es un impacto tremendo”, pero con sinceridad advirtió que “eso igual después no incidió para que yo perdiera con la canadiense”, por más que “esa conmoción que vivimos en la zona de los vestuarios por un momento me sacó la cabeza de mi pelea”.
La ahora ex campeona mundial señaló que “recién después que pasó todo, ya cuando íbamos camino al hotel, y más aún cuando estábamos para embarcar el domingo en el aeropuerto en Quebec, nos enteramos que Stevenson está grave, en estado crítico; la gente de la organización de la velada nos contó y nos quedamos helados, haber estado ahí es una sensación muy fea”.
Namus, además, vivió en Quebec otra situación poco común, y quizá hasta absurda, grotesca, que en buena medida muestra las dos caras que tiene la adrenalina que genera el boxeo: “Nosotros estábamos por salir pare el ring, y la supervisora de la velada, un poco a pedido nuestro, fue hasta el vestuario de al lado, donde había un jolgorio tremendo, a pedir por favor que hicieran silencio”.
Es que en el camarín contiguo, precisamente, estaba Oleksandr Gvozdyk, celebrando su victoria ante el infortunado Stevenson, que le significó la conquista del título mundial de peso supermediano, junto a otros dos ucranianos también campeones del mundo, que fueron a saludarlo por un triunfo tan contundente como sorprendente: Vasyl Lomachenko, campeón mundial de peso ligero, y Oleksandr Usyk, monarca universal de la categoría crucero.
“Después que pasó todo, también, nos enteramos que los que habían armado ese revuelo fueron nada más ni nada menos que Usyk y Lomachenko, lo que me dejó sensaciones encontradas, porque por un lado estaba de por medio lo que le pasó a Stevenson, y por otro pensé que, si no hubiéramos vivido ese mal momento, podía haber ido a sacarme algunas fotos con ellos”.
El cansancio de tres vuelos, más cuatro horas de espera en una escala en Toronto y siete en la de Santiago de Chile, que se sumaron a las tensiones vividas en Quebec, hicieron que la sonrisa de Namus se dibujara apenas por el reencuentro con los seres queridos que fueron a esperarla al aeropuerto de Carrasco; aunque uno de los varios cabezazos que recibió de su rival, ahora invicta en 14 peleas, hizo que también por primera vez en su trayectoria apareciera de lentes oscuros, tal como suelen hacerlo los boxeadores para cuidar la estética tras los combates de los que le quedaron algunas huellas.
“Nunca había tenido una herida”, recordó la pugilista, “y eso me sacó un poco de la pelea”, dijo sin ánimo de explicar el resultado adverso por esa incidencia, sobre la que su técnico, Gabriel Belela, reveló que “fue en el 7° round, un corte en la parte superior del pómulo, debajo del ojo derecho, aunque por suerte en el rincón pudimos parar la sangre rápidamente y evitar peores consecuencias”.
“En la noche del sábado mismo estaba muy triste, una sensación mezcla de angustia y tristeza”, confesó Namus, quien había conquistado el título que perdió en Canadá, el 12 de agosto de 2017, cuando le ganó por puntos a la argentina Yamila Esther Reinoso en el Palacio Cr. Gastón Güelfi, luego de lo cual peleó en una sola oportunidad, mientras que en ese mismo lapso Marie Eve Dicaire lo hizo cinco veces.
“La angustia era por haber dejado el título en Canadá, algo que no teníamos pensado, porque fuimos con mucha fe de que podíamos ganar, aunque sabíamos que la diferencia de rodaje con mi rival podía hacerse sentir; no era como, por ejemplo, cuando fui a enfrentar a (la colombo noruega quíntuple campeona mundial) Cecilia Braekhus, que el equipo sabía que teníamos muchas chances de perder, porque en 11 años ella nunca perdió, y ni siquiera empató, una pelea”, indicó Namus a “La Oral Deportiva”.
De todas maneras, la pelea del sábado en Canadá fue relativamente pareja, como lo dejan entrever las tarjetas de los tres jurados: dos vieron ganar a Dicaire por 97/93, y el tercero por 96/94; una diferencia estrecha a la que, por lo general, no suele ser ajena la nacionalidad de aquellos: en este caso, dos eran canadienses y el otro estadounidense.
“Según nos comentaron, hasta el 7° round las tarjetas oficiales tenían a ‘Chris’ al frente”, dijo Gabriel Belela, el técnico, aunque reconoció que “después no pudo controlar la velocidad de la rival, aunque estaba muy bien físicamente, al punto de que terminó más entera que la canadiense, que miraba el tiempo en la pantalla gigante para ver cuánto faltaba para el final de la pelea”.
“Perdí bien, no tengo nada que decir en ese aspecto, del 7° round para adelante me sentí superada”, reconoció la uruguaya a este Portal, pero haciendo notar que “fue una pelea apretada, y en los últimos rounds ella terminó haciendo la diferencia, como que me encontró más la vuelta”.
Respecto a esto último, la pugilista explicó que “yo estaba rápida, más de lo que estoy normalmente, porque fui muy bien físicamente, pero sobre todo en esos últimos rounds ella estuvo más rápida que yo; del 7° round para adelante pegaba y salía rápido, o pegaba y agarraba, hizo una pelea más inteligente”.
En ese sentido, Belela reveló que en el último tramo de la peles, “Chris me decía que no le veía y no le encontraba la mano izquierda (de la rival) en recto, y no tuvo manera de defenderla; trató de encontrar esa mano y no pudo, buscó anticiparse a esa mano y tampoco pudo, y ahí se dio la diferencia”.
Namús, igual, se quedó -y volvió- con la sangre en el ojo, no sólo por haber sufrido el primer corte en su carrera: “En los primeros rounds, si bien yo iba adelante, ella fue bastante sucia, porque me pegó mucho con la cabeza, pero el juez nunca le llamó la atención, ni siquiera cuando me abrió la herida; también me pegó dos veces en la nunca, y el juez ahí la observó, pero estaba claro que no le iba a cobrar un foul porque el referí veía que iba a ser un fallo apretado y si le descontaban un punto (a la rival) podía perder la pelea”.
Por eso mismo, entonces, la uruguaya le comentó al promotor que organizó la velada de Canadá que “quiero una revancha, allá, acá o en donde sea”, aunque “me dijeron que ella tiene otros planes”, pese a lo cual Namus alienta una esperanza de tener la chance del desquite en 2019: “No puede tener muchas opciones más, porque la campeona mundial tiene que pelear con las 10 primeras del ranking, y no sólo no somos muchas las que habemos: Dicaire ya repitió a algunas rivales de esas”.