La violencia otra vez degeneró en París este sábado en la cuarta marcha de los «chalecos amarillos», con vehículos quemados en el bulevar de Courcelles, barricadas y “casseurs” o vándalos que vuelven a arrasar e impiden el ingreso de bomberos.

La gente, desalojada con gases lacrimógenos y perros policiales de los Campos Elíseos, se desplazó inesperadamente a los Grandes Bulevares, donde construyeron barricadas con macetas, árboles, señales de tránsito y las incendiaron.

El área no estaba preparada para la llegada de manifestantes que van por itinerarios impensados, donde hay negocios abiertos que pierden todo.

Los policías antidisturbios cargaron con violencia, protegidos detrás de camiones hidrantes que intentaron apagar los incendios de las barricadas.

En los Grandes Bulevares se observa la presencia de extranjeros, con experiencia en enfrentar a la policía y técnicas de guerrilla urbana. Los reprimieron con gases y granadas ensordecedoras.

Los “casseurs” hicieron su aparición en el Faubourg Saint-Denis y el bulevar Sebastopol, donde los negocios no estaban protegidos con maderas.


Con la llegada de los “casseurs” que rompen las vidrieras y roban, la prensa entró en riesgo. Son extremadamente hostiles, especialmente con fotógrafos y cameramen.

Las condiciones de trabajo son difíciles porque amenazan e intentan romper las cámaras que los enfocan. Algunos canales se retiraron para preservar sus equipos.

El “Acto IV” de los «chalecos amarillos» al principio lucía más calmo de lo que se esperaba.

En un día gris y frío, miles de manifestantes protestaban en una capital blindada, con el Palacio del Elíseo (la sede del gobierno) completamente cercado por muros antidisturbios.

Las fuerzas del orden ejecutaron un plan para impedir incidentes violentos. Ya hubo más de 700 arrestos en todo el país, según el primer ministro Édouard Philippe. En París alrededor de 270 se transformaron en detenciones preventivas.

Dos blindados policiales protegen el Arco del Triunfo, que había sido dañado por los vándalos el sábado pasado. Es la primera vez que ocurre esto en la versión parisina de la Plaza de Mayo: nunca se habían visto estos VBRG azules en la calle.


Un grupo bloqueó el Periférico que rodea París acostándose sobre el asfalto en los 2 sentidos, pero fueron desalojados. En la Bastilla, lugar simbólico de la Revolución francesa, hubo unos 1.500 manifestantes que avanzaban hacia la vecina Plaza de la República.

La capital bajó sus persianas: el transporte público no funciona con normalidad, los negocios se cerraron y la gente se “bunkerizó“ en sus casas ante la advertencia del gobierno por la posibilidad de “violencia extrema” que traería la protesta de una clase media empobrecida, cuyos reclamos por el aumento de combustibles fueron atendidos pero insisten con la dimisión presidencial.

Son los “olvidados de la república”: sin representantes, sin interlocutores aún hoy y cada vez más radicalizados.