Las finanzas públicas son un tema de permanente análisis. ¿Cuáles son los últimos datos y que se puede esperar en un año electoral? Economista Gimena Waller, integrante del departamento de Consultoría de CARLE & ANDRIOLI Contadores Públicos.
Aldo Silva – Antes que nada, que significa déficit fiscal?
El resultado de las finanzas del Estado, es decir, la diferencia entre los ingresos y egresos públicos, puede ser positivo o negativo. Si un gobierno tiene más egresos que ingresos se dice que tiene un difícil fiscal, de lo contrario sería un superávit fiscal.
Para hacerlo comparable, este resultado se mide como un porcentaje del Producto interno Bruto de determinado período.
AS- Cuales son los últimos datos disponibles?
Según comunicó el MEF, el déficit fiscal del 2018 fue de 2.7% del PIB. Ese dato es mejor al registrado en 2017, en 0.8%.
Lo que está por detrás de esta mejora, es el ingreso de los fondos del Fideicomiso de la Seguridad Social, lo que se conoce como Ley de los cincuentones que se dio a partir de octubre del año pasado. Esto se registra como un ingreso en el Banco de Previsión social, cuyo efecto neto es de 1.3%. De ahí que si se quita ese efecto cincuentones, el déficit fiscal sea de 4%. Recordemos que en 2017 este valor había sido de 3.5%.
AS- Con una visión de mediano plazo, como ha sido la evolución de este indicador?
En el año 2000, el déficit se ubicaba en 3.3%, en el año 2002, había crecido hasta 3.7%. En el año 2008, es decir una década atrás, había alcanzado el 1.5%.
AS- Para ser más claros, que se entiende por ingresos y por egresos del estado?
En grandes líneas, podemos decir que los ingresos que percibe el estado están dados por los impuestos que gravan tanto a las personas físicas como a las empresas (por ejemplo IRPF y el IRAE) y por otro lado los ingresos que perciben las empresas públicas (UTE, ANTEL, ANCAP, ANP, OSE, entre otras) que las personas abonamos como tarifas por estos servicios públicos.
Del lado de los egresos, el Estado brinda servicios (de salud, de esparcimiento, cultura, etc.), paga salarios y gastos de funcionamiento de ministerios, intendencias, y empresas públicas.
Además, realiza inversiones. Como en toda empresa, cuando los egresos son superiores a los ingresos, tiene que tomar financiamiento, se endeuda. No existen ingresos negativos, de alguna forma la diferencia es compensada.
AS- Cuales son las proyecciones de este indicador para este año y el próximo?
Según la última encuesta de expectativas del BCU del mes de febrero, en promedio los analistas consultados contestaron que esperan un déficit fiscal de 3.1% tanto para este año como para el próximo.
Por su parte, el gobierno tiene como meta para el 2020, ubicar el déficit en 2.5% del PIB.
AS- Para alcanzar esta meta que acciones debería tomar el gobierno?
Sobre fines del año pasado, el FMI presentó los resultados de su análisis anual de la coyuntura de nuestro país y recomendó entre otras cosas, preservar la sostenibilidad fiscal. Para ello sugiere reducir en 0.3% del PIB el gasto público.
AS- Este año es un año electoral y eso tiene repercusiones en las finanzas públicas
Según nos enseñaron los libros, en economía se verifica una cierta relación: el resultado fiscal se deteriora al final del período de gobierno y luego se ajustan las cuentas en los años post electorales. El tomar medidas de ajuste fiscal no es algo que a los gobiernos les “guste” tomar, como por ejemplo la suba de impuestos o la disminución del gasto. La teoría y la práctica dicen que estas medidas se suelen tomar al inicio de los períodos de gobierno, porque no son para nada simpáticas.