El destacado actor argentino Oscar Martínez de 69 años, en entrevista en Fuentes Confiables, reflexionó sobre los premios, la forma de encarar los personajes y en qué ha cambiado la forma de hacer cine en estos años.
Actualmente en la cartelera cinematográfica de Uruguay podemos ver a Martínez protagonizando dos películas: “La Misma Sangre” y “Yo, mi mujer y mi mujer muerta”. Por esta última producción obtuvo recientemente la Biznaga de Plata como Mejor Actor en el Festival de Cine de Málaga.
Consultado respecto a qué significan para él estas distinciones, con su tono pausado y reflexivo, Martínez se muestra agradecido con lo que le ha brindado su profesión en esta casi vida entera dedicada a la actuación (comenzó a estudiar a los 14 años y debutó profesionalmente a los 21).
“Nuestra actividad para bien o para mal depende de la aprobación y del reconocimiento, es así, no podemos apelar a la posteridad los actores. Los premios son una forma privilegiada del reconocimiento, siempre son bienvenidos, tengo la fortuna que me va muy bien en ese tema, he sido muy mimado, y muy agradecido a la profesión”, expresó el actor que supo ser el recordado Daniel M. en «El Ciudadano Ilustre» y llevarse la Copa Volpi en el Festival de Venecia como Mejor Actor y otros tantos premios por Relatos Salvajes.
Tener dos películas en cartel al mismo tiempo no es algo común, dijo el actor y reflexionó al respecto: “No es lo que hubiese deseado, esas son cosas que uno no maneja, lo manejan los distribuidores Disney Buena Vista decidieron largarlas así. El mes que viene se estrena la película que hice con Campanella. Es raro tener dos películas en cartel”, afirmó.
Tener a Oscar Martínez encabezando una película es para muchos directores tocar el cielo con las manos. Consultado sobre qué es lo que prioriza hoy a la hora de sumarse a una película, Martínez se centra en lo esencial: un buen guion, director y equipo de trabajo: “Afortunadamente tengo muchas propuestas, el año pasado rodé cuatro películas -es una cifra monstruosa- , filmé dos en España y dos en Argentina.
El actor, lo primero que hace es mirar el guion: “Que me impacte, me divierta, me atraviese, me conmueva como a un espectador de cine, pensando en la película posible, luego obviamente quien dirige, produce y en qué condiciones y quiénes son los colegas que me van a acompañar en esa aventura y hasta te diría como está compuesto el equipo técnico. Porque el cine es un trabajo colectivo, y en cine lo que aparece en pantalla es una ínfima parte de la cantidad de gente que trabaja para realizar una buena película. Son factores que influyen de manera decisiva en el resultado”, explicó.
“Uno trata de tener en lo posible la mayor cantidad de “garantías”, pero como dije, toda película es una aventura y entre un guion y la realización hay un salto muy grande”, señaló.
¿Qué hubiese sido de Oscar Martínez si no fuera actor?, eso también lo contó el entrevistado: “Estoy dedicado al actuación desde toda mi vida, empecé a estudiar a los 14 años con la intención de ser actor profesional y a los 21 años ya estaba trabajando como actor profesional”. Si no hubiese sido actor, su vida estaría vinculada a la literatura. Esta pasión lo llevó aún siendo actor a desarrollarla al punto de ser nombrado en 2017 académico de número de la Academia Argentina de Letras. “Sentía una fuerte inclinación por la literatura, por la narrativa, quizás me hubiera dedicado a eso. Lo que estoy casi seguro es que hubiera sido alguna disciplina artística”.
Respecto a cómo prepara cada personaje, Martínez dijo que no hay una “fórmula”: “Después de tantas horas de vuelo, uno tiene sus procedimientos y forma de trabajarlo pero siempre de la misma forma, no hay misterios, trabajando mucho con el director, creando consenso con el director con los compañeros, uno es un engranaje de un equipo. No hay mucho tiempo en el cine , no es el teatro que te permite estar ocho semanas ensayando antes de estrenar un espectáculo. Es muy importante hablar con el director porque es el que cuenta la historia, él es el que le da el espíritu a la película y hay que crear intimidad donde no la hay”.
Consultado sobre cuánto ha cambiado la forma de actuar, hizo un particular y enriquecedor análisis sobre los actores de ayer y hoy y hasta de esa “mística” que está desapareciendo: “Tuve la suerte de trabajar con los más importantes referentes del cine siendo muy joven, la verdad, tuve mucha fortuna, he trabajado con gente que yo idolatraba. Me cuesta decir qué es lo que cambió, hay algo en el cine que no tiene tanto que ver con el trabajo específico del actor sino con la manera en que se hace cine ahora. Después de la digitalización es muy distinta a cuando se filmaba en celuloide, son otros los tiempos, podemos ir viendo lo que hacemos en el momento en que lo hacemos. Pero esencialmente con el trabajo artesanal del actor no creo que haya cambiado esencialmente nada, sigue apoyándose en los mismos principios básicos es un arte milenario. Lo que sí cambió, -y ahí me sale el tiempo de vida y de profesión-, una queja (aclara) antes había mas mística que ahora, no solamente en los actores y en el equipo técnico, antes había una mística, un calor, un amor por lo que se hacía y una especie de respeto reverencial y eso se ha perdido”, concluyó.
Por Mariana Peralta