Antonio Ladra, en su columna de actualidad “Lugar a dudas” en Fuentes Confiables, analizó el entorno que gira tras la pregunta ¿conocés a Juan Sartori?
Esa fue la pregunta que me hicieron 15 meses atrás. Estaba con un periodista francés haciendo imágenes en Punta Carretas. Matías Desthal había venido con un equipo a Montevideo con el objetivo de hacer un informe sobre el narcotráfico en Uruguay y la solución gubernamental para normalizar el consumo de la marihuana.
¿Conocés a Juan Sartori?, volvió a preguntarme Matías y mi respuesta fue negativa; no sabía quién era Juan Sartori. Matías me informó que según lo que él sabía, este hombre era el principal de un fondo inversión de nombre Unión Agriculture Group (UAG) una empresa que controla campos con plantación de soja que equivalían al 1% del territorio uruguayo.
Confesé mi ignorancia, por lo que acudí a un querido amigo, Javier Pastoriza, un notorio periodista agropecuario, quien me ilustró sobre Sartori y también su mentor, Oscar Costa.
Por otro lado, supe que Sartori era dueño de International Cannabis Corporation (ICC), una de las dos compañías que proveen de marihuana al Estado uruguayo y que fue vendida a la firma canadiense Aurora Cannabis, por una abultada cifra en millones de dólares.
A fines del año pasado el aire se llenó de la misma pregunta, esta vez hecha a todos los uruguayos ¿Conocés a Juan Sartori? Y ahí comenzó a ponerse en marcha una aceitada maquinaria de marketing para hacer conocer a Juan Sartori. Simultáneamente, con el apoyo de un viejo dirigente del Partido Nacional, el exdiputado Alem García, el empresario anunció que iba a ser candidato a la presidencia por la colectividad fundada por Manuel Oribe.
La llegada de Sartori, que nunca había vivido en Uruguay un mes seguido en los últimos 25 años, que no votó nunca en una elección, fue tomada con cierto humor, curiosidad y alguna desconfianza, pero sin darle mayor importancia.
Sin embargo, pronto se vio que su disponibilidad de dinero (abundante para la media de las agrupaciones políticas uruguayas) lo ha llevado a estar en la conversación y según las encuestas, ya está segundo en la interna del Partido Nacional, amenazando a Luis Lacalle Pou.
Sartori ha inundado el país, todos los medios de comunicación, sin importar su orientación, tienen avisos de su candidatura, y esto le ha dado a los departamentos comerciales un respiro importante en momentos de retracción.
Alrededor de Sartori se ha montado una maquinaria publicitaria y a los medios le llegan sus actividades, que, reconozcamos son muchas; parece que está en todos lados. Sartori concurre a la Patria Gaucha y a las horas llega a las redacciones un comunicado, fotos y un video. Decide ir al Teatro de Verano y al rato queda pronto el comunicado, el video y las fotos. Decide ir al estadio Centenario y su imagen aparece en la televisión y su foto en los diarios. Hasta han fabricado una controversia familiar: Sartori dice que en Uruguay es hincha de Nacional y su esposa, Ekaterina Rybolovleva, heredera de más de 10.000 millones de euros, de Peñarol. Esto, ¡faltaba más!, fue motivo de una nota en un diario, ilustrada con una foto de la joven rusa en el estadio Campeón del Siglo. La imagen no la sacó un paparazzi atento, sino que la proporcionó el equipo de comunicación de Juan Sartori.
Con Sartori no son necesarios los periodistas, solo se necesita que haya alguien que disponga su publicación. Cuando se enfrenta a un periodista no sabe cuánto es el salario mínimo en Uruguay, ni sabe cuál es el porcentaje de desempleo. Cuando se junta con sus correligionarios no conoce los símbolos: lo más reciente fue notorio que no conoce el himno del Partido Nacional. No importa, el candidato recorre el país vestido impecablemente con su constante sonrisa de aviso publicitario, impertérrito, aunque le digan las peores cosas.
Es que Sartori una amenaza a los dirigentes ya instalados: “comadreja” le dijo el intendente de Cerro Largo Sergio Botana, otros, con más diplomacia solo atinan a saludos fríos y distantes, mientras a su alrededor gira como una abeja un fotógrafo registrando todos los gestos, las miradas, las manos, las sonrisas…
Un experiente dirigente nacionalista, integrante del ala Wilsonista me dijo en estos días que supo de buena fuente que Sartori dispone de 12 millones de dólares para gastar en la campaña electoral. Para hacer una buena campaña se dice que se debe disponer de un millón de dólares.
Es todo dinero, los billetes salen a raudales ya sea para comprar dirigentes o para disponer de vehículos o material para su campaña, pero también salen de su bunker las ideas que están ensuciando la campaña. Lo denunció Jorge Larrañaga y Luis Lacalle, casualidades casualidades: con Sartori está trabajando el venezolano JJ Rendón experto en campañas sucias. Las redes se han llenado de fake news, hay llamadas de teléfonos de la India, de México, encuestas falsas. ¿Qué es lo que ha hecho Sartori en estos meses de campaña? Ha recorrido el país hasta los más recónditos lugares se ha mostrado, o, mejor dicho, lo han mostrado por todos lados. La gente ya se sabe quién es Juan Sartori o eso creen.
Sartori es un producto de marketing, de plástico, vacío, sin sustancia, pero un producto bien armado, que llama la atención y que activa el deseo de mucha gente de ser como él. Lo que hace Sartori es lo que se conoce como efecto bandwagon o arrastre. En la publicidad es un concepto que refiere a la tendencia a comprar los productos vencedores pero su origen está en el mundo de la política: fue un servidor, artista callejero diríamos hoy, de Abraham Lincoln quien acuñó el término “subirse al carro” durante la campaña electoral del decimosexto presidente de EE UU, al que acompañaba con su carro de entretenimientos. “Significa querer estar con el mejor”.
Y Sartori es un “ganador”: es joven, millonario, tiene una esposa rubia, es dueño de un club de futbol en Inglaterra, Sunderland, pero a pesar de eso anda como uno más, con la camisa por afuera, eso sí, bien planchadita, usa una barba des/cuidada. Es, en suma, un objeto de deseo para muchos.
¿Qué es lo que busca Sartori si ya lo tiene todo? Esa es la gran pregunta que nadie ha podido desentrañar. ¿Qué hace un joven con sus características, que recorre incansablemente el país sonriendo y que tiene como objetivo ser presidente de la República, algo difícil de alcanzar?
¿Qué es lo que busca Sartori cuando ofrece negocios dudosos en el ambiente del futbol, por lo menos conozco que lo hizo con Nacional y con Racing a quien apoya como sponsor a través de su empresa Microfin?.
“Sartori aparece en el mundo como un candidato a la presidencia y así se muestra, viajó a Davos, cuando no fue nadie del gobierno, se reunió con referentes de Argentina, fue recibido por el presidente de Paraguay Mario Abdó. A Sartori le sirve esa vitrina para sus negocios, no es uno más en el mundo empresarial, es un candidato la presidencia…”
A nivel político partidario estrictamente, Sartori se ha llevado para su movimiento dirigentes de Lacalle Pou sumo a la senadora Verónica Alonso, quien le da la estructura que surge de las iglesias neo pentecostales y quizás sea el único link con el resto de los candidatos del Partido Nacional. Sartori, no tiene una agenda definida y maneja vagas ideas: crear 100 mil puestos de trabajo, o con la entrega de la tarjeta Medicfarma, hacer por un lado una base de datos y por otro manipular claramente a un sector vulnerable como los son los jubilados. Lo que no dice es si también asume la agenda ultraconservadora de la senadora Alonso
Después de todo esto vuelvo al principio, a la pregunta ¿conocemos, a Juan Sartori? Todavía es una incógnita y el 30 de junio se sabrá.