Los temas de la semana en Jarana (golpes, fobias, convivencia y arrepentimiento) en una sola columna por Ricardo Andrés Gómez

Todos tenemos nuestras luces y sombras, todos somos actores en esta vida sonriendo ante las adversidades y haciendo que todo está bien pese a los golpes que uno pueda recibir. Nuestro Rocky Balboa interior se deja pegar hasta que le sangre un pómulo y le partan el caballete, se levanta, se recupera, gana la batalla y a la siguiente vuelve a perder, repite el procedimiento y así lo hace de forma cíclica llevando adelante el día a día. A veces no hay espacio para el arrepentimiento o la culpa cuando al otro día hay que trabajar, estudiar, salir a la calle y formar parte de una sociedad que hace muchas preguntas ante las caras largas y tristes e incluso muchas veces las ignora, más cuando la máscara es buena.

La convivencia no es sólo un drama entre parejas, no es sólo el entramado del día a día en el que dos personas o un grupo de amigos comparten un hogar; a veces también hay que convivir con otras cosas más indeseables que un hermano que deja las medias tiradas en el living o con una esposa que te discute porque no bajaste la tapa del water: hay que convivir con uno mismo y con lo que uno siente. Y es que después de la tercer pelea pueden concluir que lavan los platos un día cada uno o hasta terminás asumiendo que hay tareas de la casa que no están hechas para todos, pero nada golpea más que convivir con un torbellino de emociones y mucho más si no hay con quién compartirlas… Todos le tenemos un poquito de fobia a la soledad.

Sí, fobia, no miedo. Fobia como la que te puede venir cuando ves una araña de noche y la sombra parece la de Aragog, ese bicho imundo gigante que aparece en la segunda peli de Harry Potter. Bueno, en realidad también prefiero la araña porque se arregla de un chancletazo bien dado (no intenten con la escoba que a veces se sueltan de la tela y tienen tiempo de huir esas malditas octópodas). Y sí, no me voy a poner a analizar los golpes que te llevan a convivir con tus propias fobias, ni voy a hacer un listado de arrepentimientos que te envuelven por la noche, pero claro que todos soñamos con callar las voces más tristes de nuestro interior y estar en paz con nosotros mismos.

Como dirían los Jóvenes Pordioseros, «no me arrepiento, de haber escrito hasta acá»… Ah, ¿no era así? De todas formas, la culpa y el arrepentimiento son algo único del ser humano, algo que si dejamos que domine nuestra vida nos hace más difícil el día a día. Hay que saber perdonar y perdonarse, que cometer errores es tan humano como preguntar si afuera llueve cuando tu marido entra empapado o pegar un chicle abajo del asiento. Lo importante de equivocarse no es la cagada que te mandaste en sí, sino qué hacés con eso después. Si la pifiaste, pedí perdón. Si otro la pifió, dale otra oportunidad. Si metiste la pata, asumí la macana y si está al alcance de tu mano, hacé algo que no sólo le demuestre a los demás sino también a vos mismo que aprendiste de tus errores, que interiorizaste lo que estuvo mal y que cambiaste para ser una mejor persona.

De yapa, así cerramos Jarana Bizarra el viernes en nuestro programa #40: «Arrepentimientos»