En la primera columna del 2019 de «lugar a dudas» en 970 noticias el periodista Antonio Ladra analizó la transición entre el gobierno saliente y el entrante.
Por Antonio Ladra:
Ante el inminente cambio de autoridades, los uruguayos recibiremos dos versiones del estado del país, en verdad ya las estamos recibiendo y hay diferencias entre ambas miradas. El gobierno saliente ha puesto el acento, así se puede leer en los documentos entregados en el marco de la transición, a la herencia que recibió en el año 2005 cuando asumió por primera vez como presidente Tabaré Vázquez.
Es lo que se llama el relato de la izquierda, del progresismo, en el poder tras tres períodos de gobierno. Ese relato enfatiza en los indicadores que desde entonces mostraron mejoras, innegables y que han sido reconocidas incluso por la hoy oposición, mañana gobierno, sobre todo en lo que tiene que ver con algunos aspectos sociales: lucha contra la pobreza, baja tasa de mortalidad infantil, universalización de la medicina para vastos sectores, alcance de la educación superior, cambio en la matriz energética y en el aspecto económico lucha contra la inflación, ingreso de mega inversiones, crecimiento económico sostenido en el tiempo, crecimiento del salario real, entre otros.
Las autoridades entrantes en tanto le prestarán particular atención a los indicadores que muestran deterioro o rezago: aumento de la inseguridad, fracaso educativo dos de los aspectos más señalados, aumento de la burocracia estatal, enlentecimiento de la economía, en particular en este último periodo, alto déficit fiscal y sobre todo haber dilapidado los buenos tiempos económicos, así como una abultada deuda externa. ¿Qué importancia tienen estas discrepancias, sobre todo en materia de la política económica, con lo que pondrá en práctica el próximo gobierno?
Así tenemos que hay dos visiones diferentes sobre lo que está pasando en Uruguay en un mismo período. ¿Por qué ocurre esto?, sería la pregunta que uno se puede hacer. La respuesta está en la política. La mirada de ambas partes es esencialmente política más que técnica, aunque haya, valga la redundancia enfoques técnicos.
Tomemos por ejemplo el sector energético, mientras las autoridades salientes enfatizan en la evidente mejora que se produjo, sobre todo en lo que tiene que ver en el cambio de la matriz, colocando a Uruguay entre los más avanzados del mundo, las autoridades entrantes destacan que esos avances no se han visto reflejados en los precios de la energía para la población y la industria, que son de los más altos de la región y apuntan al crecimiento “desmesurado” del Estado como responsable de esta contradicción.
Pero con ser importante el punto de partida, lo importante más que marcar y machacar en la discrepancia entre las dos versiones de la herencia es la relación que existirá entre la versión de las autoridades entrantes y las medidas que se anunciarán y se adoptarán a partir del 1 de marzo, hasta ahora solo enunciados aislados, pero que estarán incluidos en la anunciada ley de urgente consideración que contendrá en su interior cerca de 500 artículos de la más variada gama. Parece que se pretende, de un plumazo, cambiar radicalmente parte del país que deja la izquierda gobernante.
Puede pasar que en el afán de hablar y de señalar aspectos de la “herencia maldita”, término acuñado por el primer gobierno del Frente Amplio, se apliquen determinadas herramientas, sobre todo en el plano económico que puedan resultar exageradas y la exageración puede llevar a la desesperación, y a la adopción de medidas que empeoren la realidad, en vez de mejorarla.
En puridad esto no tendría que ocurrir, dado que las medidas a aplicar, ya sea en el área económica, como en la seguridad, como en la educación, se deberán basar en la realidad, más que en las miradas estrictamente políticas. Hay un punto esencial, y es que el nuevo gobierno, Luis Lacalle el primero, desde el momento en que ocupen sus cargos, serán juzgadas por los resultados que surjan de su gestión, más que por los debates referidos a documentos o relatos y en ese plano es sabido y así lo demostró durante toda la campaña electoral, que el presidente electo ha mostrado una buena dosis de pragmatismo. El punto será convencer y actuar sobre sus socios que pueden no estar de acuerdo con esta mirada y quieran cobrar, vía ajustes políticos, los años en los que han estado en el llano o simplemente maltratados por las administraciones frenteamplistas.
Escuche la columana de Antonio Ladra junto a Andrés Rega y «Nano Folle»: