Con el triunfo de la coalición multicolor el Parlamento será escenario de mayor negociación, en general ausente durante los pasados años.
La columna de Lugar a dudas, por Antonio Ladra. Foto: Veronica Caballero / FocoUy
Desde hace 15 años que en el Parlamento uruguayo hubo una mayoría del oficialismo del Frente Amplio. Ahora, tras la elección, con el triunfo de la llamada coalición multicolor como se le ha dado llamar, esto cambió y habrá que acostumbrarse a una nueva realidad, como por ejemplo que la sede del Palacio Legislativo será escenario de mayor negociación, en general ausente durante los pasados años.
Por el lado del presidente electo el principal reto político ahora y durante los próximos cinco años será mantener alineados a los cinco partidos políticos en el Legislativo, tanto como parece haber hecho en el Poder Ejecutivo.
El gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou enfrentará desafíos que coinciden con los temas de mayor reclamo por parte de la ciudadanía. Esto es mejorar la seguridad, reformar la educación y enderezar la economía.
Ahora es la hora de gobernar. Para los legisladores multicolores ahora la principal tarea será defender en el Parlamento lo que aprobaron los líderes, principalmente la Ley de Urgente Consideración (LUC). Una tarea ímproba donde se juega parte del nuevo país que pretende impulsar Lacalle.
Cuando en el año 2005 Tabaré Vázquez se hizo del poder acuñó una frase para referirse los problemas que le dejaron blancos y colorados: la «herencia maldita», sobre todo en el área social. Cuando volvió a asumir como presidente no la dijo expresamente, pero la aludió. Solo que 10 años después no se refería a gobiernos de blancos o colorados, sino del propio partido: el Frente Amplio.
Lo recordamos: apenas asumido como presidente, Vázquez se reunió con los integrantes de la Suprema Corte de Justicia. En ese encuentro hizo explícita su preocupación por la situación económica, expresando que el desequilibrio en las cuentas públicas es «muy preocupante». El presidente también habló de lo complicadas que están las finanzas del gobierno, con un abultado déficit, y también habría transmitido que la situación era peor de lo que él esperaba antes de asumir el gobierno.
La evaluación de Vázquez apuntaba a la herencia dejada por el gobierno del ahora senador electo José Mujica. Sin embargo, en aquel momento, Mujica, alimentando lo que es esa habilidad que ha tenido la coalición frenteamplista en el gobierno de ser a la vez oficialismo y oposición, el ying y el yang, replicó recordando lo que todos sabemos: fue el mismo equipo económico. En aquel momento la situación era tan mala que se recordará que el ministro Danilo Astori se dedicó a estudiar por donde recortar y, así detuvo las obras del Antel Arena. Aquello fue el episodio más simbólico de la situación. La decisión, desató los demonios internos en el Frente Amplio.
Y así aparecieron ideas como la que manejó el entonces vicepresidente Raúl Sendic, de acudir a las reservas internacionales del país para cumplir «esa tarea anticíclica», ante la ausencia de inversión privada.
Aquellos eran datos negativos para una economía que había crecido ininterrumpidamente a un promedio del 5% anual durante 12 años. Para afrontar aquella realidad económica se acudió a un ajuste fiscal que eufemísticamente se denominó consolidación fiscal.
Este mes de enero se conoció la herencia del segundo gobierno de Vázquez. Las cuentas públicas cerraron con números en rojo: el déficit fiscal, por solo dar un dato, fue de un 4,7% el año pasado.
Dos pesos pesados del próximo gobierno Isaac Alfie y Álvaro Delgado opinaron sobre estos números.
Delgado dijo en una entrevista con el diario El País lo mismo que dijo Vázquez en el 2015 “algunos números son más preocupantes de lo que habíamos previsto, por lo menos en materia económica, fiscal y de empleo «,
Consultado acerca de si estos «números preocupantes» llevan a ajustar sus planes de ahorro anunciados, Delgado respondió: «Quizás en algunos casos generar algún nivel de ahorro que podrá ser adicional».
Por su parte, en una columna de opinión publicada en El País, Alfie señaló que «el estado de la economía es precario, con exceso de gasto público, deuda en récord histórico, alta inflación y empleo en caída desde hace siete años».
Astori se defendió, «se conocen todos los números, no sé qué quiere decir con ‘lo que habíamos previsto’ y apuntó sobre Alfie y Delgado al acusarlos de no ayudar a una transición. «No ayudan porque están falseando la realidad, están hablando de una realidad que no existe». Más o menos como había dicho Mujica en el 2015
En una anterior columna hablamos de los diferentes relatos que había en el gobierno entrante y el saliente respecto de los datos de la economía del país.
El punto es que los problemas no se solucionan con relatos, sino con hechos concretos. Esos hechos concretos son, desde el punto de vista del próximo gobierno la necesidad de realizar un ajuste. Usar la tijera grande. ¿Que implica esto? Por lo pronto según reveló el semanario Búsqueda un fuerte descontento en la interna del propio gobierno entrante. Es que algunos de los ministros observan que con el nivel de recortes planteados para llegar al objetivo de ahorrar 900 millones de dólares tendrán dificultades para ejecutar los objetivos planificados y nadie quiere pagar el precio político, como no quiso pagarlo Carolina Cosse y logro que se levantara el Antel Arena.
¿Cuál o cuáles serán los Antel Arena de la coalición multicolor?
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