Nunca pasa desapercibida. Su forma de vestir, el volumen de su voz y el contenido de sus declaraciones la vuelven el centro de atención, y lo sabe. Quizás por eso no pierde oportunidad en decir lo que piensa y en mostrarse tal cual es, o ha sido desde siempre.
Glenda Rondán no es un personaje.
Es una política de pura cepa, que comenzó su militancia a los 12 años y que ya soñaba en grande. Le preguntaban qué quería hacer en el futuro y no dudaba en decir presidenta, aún en tiempos donde “su mundo” era más machista de lo que todavía sigue siendo en la actualidad.
En una noche de Discusiones, reconoció su pasión por las políticas, pero siempre y cuando el respeto sea la regla que regule el debate porque no tolera ni las intromisiones en la vida privada así como tampoco los agravios personales.
Si los dos requisitos se cumplen, no tiene ningún reparo en defender a capa y espada, desde la convicción y la experiencia, lo realizado por el Frente Amplio en la periferia de Montevideo, donde estuvo al frente de Centros MEC en barrios como Marconi y Casavalle.
Desde su visión, hubo un cambio innegable que para identificarlo hay que conocer la ciudad, un proceso que lleva meses y no semanas.
Con Laura Raffo no habló más después de su intercambio televisivo, en el que no dijo más que esa realidad de la que está convencida: el FA gana la capital por circunstancias políticas, no por falta de capacidad de la adversaria.
Sin polémicas ni enojos de por medio, como cuando tuvo la personalidad para dar el portazo en el Partido Colorado al no sentir la presencia de ese Batllismo que corre por sus venas.
Le cansa simplificar la vida política en izquierda y derecha.
Por eso prefiere referirse a progresistas y conservadores, que según piensa los hay en todos lados aunque mayoritariamente en la coalición. Y al hablar de ella, le dedicó un capítulo aparte a Cabildo Abierto, partido que catalogó de ultraderecha y sobre el que le preocupa su «falta de respeto hacia la Justicia».
Ni loca renunciaría a su cargo si fuera elegida edila, porque no le dejaría el camino a los hombres que la siguen. La cuota política que no se respeta la saca de quicio, no así el futuro de su fuerza política porque en Yamandú Orsi ve liderazgo, vocación de servicio y un valor muy necesario en política: la sensibilidad.
Glenda apostó su fichita para el futuro en una Entrevista Central de esas que pasan volando; en un abrir y cerrar de ojos, el reloj se quedó sin la arena del tiempo, pero con el entusiasmo jaranero a tope para marcar el cierre del programa 205 que podés revivir por Spotify y confirmar que pudo haber sido interesante, entretenido, polémico y atrapante. Pero, ¿sabés lo que nunca podrá ser? Un desperdicio.
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