Por Antonio Ladra
La advertencia de la Federación Inglesa de Fútbol contra el jugador de la selección uruguaya, Edinson Cavani, desató en Uruguay una ola de indignación. Gracias negrito escribió Cavani en respuesta a un amigo que lo felicitó por su actuación.
Debido a la notoriedad del jugador y a su posición en el imaginario social: “es un héroe”, “nos ha dado tantas alegrías”, etc, predispone cualquier abordaje que se haga del tema, pero no deja ser saludable que se debata sobre algo que se desarrolla silenciosamente entre los uruguayos.
Quizás para explicar mejor esta situación voy a acudir a una anécdota que viví hace muchos años, cuando era un liceal. A fines de la década de los años sesenta, estaba en primer año de liceo, iba al Miranda viejo, conocido como el liceo 17, ubicado en la llamada en aquel momento Sierra, esquina Hocquart.
Todos los lunes debíamos cumplir con la rutina de concurrir a gimnasia. A las 7 de la mañana, lloviera o tronara, me tomaba el 173 con destino a Ciudadela para acudir a la Plaza de deportes número 2, ubicada en la avenida San Martín y Martín García. Allí nos esperaba el docente, “El Profe” José Ricardo de León, que años más tarde escribiera historia al coronarse campeón uruguayo con Defensor en el año 1976, siendo el primer club chico en salir campeón en la era profesional, rompiendo con el histórico dominio hegemónico de Nacional y Peñarol.
De León era muy estricto con sus clases, y en cada una de ellas nos dejaba una enseñanza, cosa que por lo menos yo me di cuenta años después. Era lo que se llama un verdadero docente. Una vez, jugando al básquet, un compañero le pide a otro que le pase la pelota en los siguientes términos: “Dale negro, pasala”. El destinatario del pedido era, efectivamente, un compañero cuya piel era negra, como la de Rada y que estaba en otro primero. El «Profe» inmediatamente detuvo el juego, nos juntó a todos en el medio de la cancha y nos ordenó que no usáramos nunca más la palabra “negro”. “Este negro”-dijo tocándole la cabeza a Hernández, recuerdo que así se llamaba-“tiene nombre”, nos dijo.
Y agregó: “acá se llama a la gente por su nombre, no por su condición de raza o por el color de la piel”. Dicho esto, siguió el juego, pero para mí lo de esa mañana fue una gran lección, a pesar de que yo no era el destinatario directo del rezongo.
Este hecho refleja lo que es la cultura uruguaya, o, mejor dicho, las cuestiones que están arraigadas en la cultura uruguaya respecto de las razas, religiones u origen de las personas.
Es cierto que no hubo una carga peyorativa en el comentario de mi compañero de clase con respecto a Hernández y también es cierto que este no lo recibió así, porque era y es parte de la costumbre y no se lo ve como un insulto. Es normal. Ansina, fue el “Negro Ansina”. Rada es el “Negro Rada”, Obdulio Varela, fue el “Negro Jefe” y así podemos seguir.
De todos modos, esa discriminación no buscada no creo que sea del agrado para quien la recibe. Mi padre, español, hasta que se murió era para muchos “El Gallego”, cuando en realidad era cántabro. En Uruguay y en el Río de la Plata por lo menos, es de uso decirle gallego a todo aquel nacido en España o que hable con acento castizo. Pero no es lo mismo y sé que incomoda que a un vasco, asturiano o catalán que se le diga gallego. Para los uruguayos, todo argentino es un “porteño” y, además lo decimos con una carga tal, casi como un insulto.
Recordemos el caso de Luis Suárez con Patrice Evra, el que nueve años después, en este año, Liverpool de Inglaterra reconoció que Luis Suárez tuvo una actitud racista contra el francés Patrice Evra al que llamó varias veces “negro” durante el clásico inglés entre los rojos y Manchester United, justo el mismo club que defiende ahora Cavani.
Suárez fue sancionado, pero no dejó de ser una víctima de esta ingrata tradición de aplicar motes despectivos al diferente de «nosotros» («negro», «judío», «gallego») y la lista podría engrosarse con otros ejemplos. El no tuvo como profesor a De León. No necesariamente estas calificaciones contienen una intención discriminatoria, en el caso de Cavani ciertamente no lo tuvo y quizás Suárez tampoco lo quiso así, pero, ¿no habría que pensar en quien la recibe, en aquel caso el jugador Evra?
He aquí el punto y la enseñanza. Los uruguayos y me atrevo a decir, los rioplatenses, muchas veces usamos palabras ofensivas que las hemos asumido como si fueran normales. Habría que pensar en el que la recibe, cosa que no hacemos. Los uruguayos, a pesar de cultivar el bajo perfil como práctica, pensamos que somos el centro del mundo, que los demás se tienen que adaptar a nosotros; a nuestro mundo. Nos cuesta aceptar que hay otros códigos, diferentes a los nuestros, y tan respetables como los nuestros.
Por supuesto que el racismo se ha aplicado y se aplica en Europa con los sudamericanos. Pero el hecho de que una sociedad esté enferma no salva a la otra.
Por esto, hoy, sin duda, hacen falta más “Profes De León”.
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Foto:dante Fernandez/Focouy