Después de la tempestuosa tormenta de reacciones y declaraciones de dirigentes de Peñarol, incluso aún dentro del estadio de Belvedere cuando recién había terminado el partido que los aurinegros empataron 1 a 1 con Liverpool el viernes pasado, una muy extensa e intensa conversación mantenida en el Palacio Cr. Gaston Güelfi durante el sábado por Ignacio Ruglio y Gastón Tealdi hizo que se fuera perdiendo de a poco en el horizonte la amenaza del devastador huracán político que pareció que podía llegar a azotar el territorio de la Asociación Uruguaya de Fútbol ni bien se reanudara la actividad semanal este lunes en la sede de la calle Guayabos.
Según supo “La Oral Deportiva”, el diálogo entre el presidente de Peñarol y el vicepresidente de la AUF se prolongó por más de dos horas, merced a lo cual podría decirse que “quedó caliente” la línea del teléfono amarillo –no rojo, por razones institucionales obvias- que permite la realización fluida de las cumbres comunicacionales entre ambos.
Al cabo de ese diálogo, muy visceral, pero al mismo tiempo profundamente analítico, quedó claro que Peñarol no impugnará de manera formal el arbitraje de Andrés Matonte; tampoco arremeterá contra el Comité Ejecutivo de la AUF ni el Colegio de Árbitros; y menos aún retirará a Tealdi –su representante- del cuerpo directriz que es la máxima autoridad del organismo rector del fútbol uruguayo.
Lo del sábado en Belvedere, entonces, ¿fue “una tormenta con matracas”, como solía decir el inefable Cr. José Pedro Damiani?; no, parece que no.
¿Acaso Peñarol –sobre todo por algunos dichos de su presidente, Ignacio Ruglio, y también del Dr. Gonzalo Moratorio, delegado titular de los aurinegros en la AUF, quien en Belvedere incluso increpó personalmente a Ignacio Alonso diciéndole que “vos ‘Nacho’ ves esto (penal a Nahuelpan no cobrado por Matonte) pero no hacés nada’– tiró la piedra y después escondió la mano?; no, tampoco.
De acuerdo a lo que surge del contenido de la charla mantenida entre Ruglio y Tealdi, lo que hace Peñarol al desactivar la bomba cuya mecha los propios aurinegros parecieron encender tan sólo 24 horas antes, es tragar saliva para mirar el bosque en vez de mirar el árbol.
Concretamente, los aurinegros pensaron en cuál sería la “segunda pelota” de una eventual impugnación formal del arbitraje de Matonte, o una embestida contra el Comité Ejecutivo de la AUF y/o el Colegio de Árbitros; y más aún: pensaron también en qué resultado práctico podría tener, tanto en el plano deportivo como en el ámbito político de la AUF, ese tipo de jugada. Como también la de, supuestamente, pedirle el cargo a Tealdi.
Es más aún, una acción política en ese sentido no sólo no les permitiría a los aurinegros sacar ningún rédito, sino que de paso dinamitaría el esqueleto de una estructura arbitral –a la cabeza de la cual se encuentra Darío Ubríaco, ex director del Departamento de Arbitraje- que desde hace un año y medio a esta parte viene siendo cuestionada y por ese mismo motivo ha querido ser removida por la dirigencia del tradicional adversario.
En otras palabras: ¿iba a ser Peñarol el que, como quien hace un mandado, ejecutara un movimiento para que finalmente se cambiara lo que Nacional quiere cambiar desde hace bastante tiempo a esta parte, mientras el propio Peñarol –ya fuera en forma explícita o implícita- jugaba sus piezas para que todo siguiera tal cual estaba?
Por último, en el diálogo Ruglio-Tealdi se visualizó que, si bien hay errores arbitrales y ambos coincidieron que para Peñarol han sido perjudiciales, ya está próximo el desembarco definitivo del VAR en el fútbol uruguayo de cabotaje, y esa aportará “herramientas” para corregir equivocaciones como, por ejemplo, la cometida por Matonte al no sancionar el penal que Almeida le cometió a Nahuelpan en Belvedere el sábado pasado.
En suma, si bien en las horas posteriores inmediatas al partido, pareció que Ruglio y Tealdi hicieron declaraciones con posiciones encontradas respecto a los arbitrajes, el teléfono amarillo que permite darle fluidez a las cumbres entre ambos, quedó “caliente” al cabo de la conversación que el presidente de Peñarol y el vice de la AUF mantuvieron en forma personal en el Palacio Güelfi durante el sábado; pero porque el diálogo se extendió por más de dos horas y, aunque fue visceral, también resultó muy analítico: tanto que terminó priorizando los aspectos vinculados a la estrategia diplomática que desde siempre cuenta y mucho en el contexto de la “guerra fría” cotidiana que Nacional y Peñarol libran palmo a palmo en el ámbito político del fútbol uruguayo.
De ahí, pues, que lo de los aurinegros entre viernes y sábado no fue una “tormenta con matracas”, como solía ironizar el Cr. José Pedro Damiani; y tampoco es que Peñarol tirara la piedra y después escondiera la mano: eligió ver el bosque en lugar de sólo ver el árbol; porque, si faltaba algún condimento para sazonar la “guerra fría” que habitualmente libran los dos grandes, hay que tener en cuenta que Andrés Matonte es una especie de “alumno predilecto” de Ubríaco, quien contra el deseo de Nacional y con la venia silenciosa de Peñarol, en la práctica se ha mantenido en la cima de la estructura arbitral del fútbol uruguayo, pese a que hace tiempo –luego de muchas presiones ejercidas por los tricolores- haya renunciado formalmente a su cargo de director del Departamento de Arbitraje.
Fuente: Jorge Savia/La Oral Deportiva
Foto Gaston Britos / FocoUy