Por Antonio Ladra

Es una palabra que desde hace un tiempo la política ha resignificado y que hemos recogido básicamente de Argentina: el relato. Siempre significó narración de carácter literario normalmente breve. Pero desde hace un tiempo, no podría precisar cuánto hace, pero por lo menos desde el gobierno de Néstor Kirchner en Argentina que ha tomado otro significado.

El relato político busca organizar el mensaje de manera tal que influya en la sociedad y nos haga cambiar de opinión o de prioridades.

El relato no es como la publicidad, aunque abreva del mismo arroyo. El relato ordena el discurso, señala el camino a seguir y trata de cumplir un objetivo dado. El relato no tiene nada que ver con la verdad en su totalidad, aunque se nutra de medias verdades, armadas para cumplir su objetivo.

Muchas veces el relato se nutre de imágenes.

Por ejemplo, en el caso uruguayo, el presidente durante el verano haciendo su deporte favorito. El presidente yendo al almacén. El presidente y su señora caminado por 18 de Julio.

También pueden ser frases: el presidente diciendo una y otra vez me hago cargo.

Son imágenes fuertes, es una frase fuerte. Es parte de un relato, que se potencia con las redes sociales, de querer mostrar al mandatario como alguien de cercanía, como una persona común y corriente.

El contra relato es decir que detrás de todo eso hay una agencia de publicidad: el ex presidente Mujica lo dijo en estos días. Justo Mujica, que construyó un relato también, el opuesto al de un presidente formal, al que no le iban las formas y se sentaba en cualquier boliche a tomar una copa.

Mujica-Lacalle. Cuando Mujica estuvo en la presidencia, a la oposición se le hacía difícil elaborar un contra relato y ahora con Lacalle Pou pasa lo mismo.

En el medio estuvo el ex presidente Tabaré Vázquez a quien no se lo iba ver en un almacén, ni tomando una, ni haciendo un deporte cualquiera. Su relato estaba en la túnica blanca de médico.

Pero esto no quiere decir que no tenía un relato. Justamente, la ausencia de relato era su relato.

En estos días de aniversario: el primer año del gobierno presidido por Lacalle Pou ha habido por lo menos dos relatos. El del gobierno, expresado ayer mismo con la presencia del presidente en el Parlamento que dice que a pesar de la pandemia vamos bien y lo vamos a hacer mejor.

Y está el relato de la oposición, hoy al mediodía lo conoceremos, que dice, estamos mal más la pandemia, y que, si bien el manejo de la misma ha sido bueno, lo podría hacer mejor.

En el medio se conocen encuestas de la opinión pública sobre la gestión del gobierno, dos coincidentes en su valoración positiva: Opción (52%) y Equipos 53%, que dan resultados similares a lo que fueron las gestiones pasadas de los gobiernos de Vázquez y Mujica en el primer año y una tercera, la de Cifra, despegada, con 64%, la más alta para esta empresa en los últimos 20 años.

Con el año de gobierno se han potenciado los dos relatos o versiones sobre el estado del país. Las dos versiones están con la mirada puesta en el ayer. El Frente Amplio diciendo que se está desarmando todo lo bueno que montó la izquierda en 15 años de gobierno. El oficialismo también con la mirada a la gestión de los 15 años de la izquierda, pero diciendo que se hizo todo mal: inseguridad, fracaso educativo, burocracia estatal, enlentecimiento de la economía, alto déficit fiscal y sobre todo haber dilapidado los buenos tiempos económicos, así como una abultada deuda externa.

Ayer el presidente pasó raya: «Hoy no venimos a hablar de herencias” y lo matizó con “no es momento».

Por reglamento, los partidos de fútbol duran 90 minutos, la constitución de la República dice que una gestión de gobierno son cinco años. El gobierno que encabeza Luis Lacalle Pou lleva jugados 18 minutos, faltan 72 minutos y no hay alargue, pero siempre hay revancha.

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Foto : Gastón Britos / FocoUy