Nadie Se Atreve recibió en su Espresso Para Dos al psicólogo social, educador, narrador, escritor, investigador de culturas populares de Latinoamérica y responsable del proyecto «Montevideo Secreto», Néstor Ganduglia.

Néstor Ganduglia en Nadie Se Atreve. Foto: Tania Serres.

Ganduglia conversó, entre varios temas, acerca de su extensa trayectoria, la importancia de revalorizar los discursos latinoamericanos, su recorrido por gran parte del mundo para «cazar» las historias mágicas que conforman las raíces de los pueblos y sus comienzos como narrador oral. Sobre esto, contó:

«Mi mayor atrevimiento fue pasar de académico, docente universitario a cuentero popular, y eso sucedió de una manera muy peculiar por el año 2000. Ya llevaba diez años trabajando en este tema documentar relatos de la tradición oral de los pueblos cuando un día, recibo una invitación. Era para participar en el 25º Encuentro Internacional de Contadores de Historias y Leyendas en un pueblito llamado Buga, en Colombia. ¡Me pareció alucinante, ni sabía que eso existía!
En ese momento no contaba con las posibilidades viajar, pero a último momento, se me dio una oportunidad: la Intendencia de Montevideo me ofreció canje por una charlas y lo que pedí, fue un pasaje a Colombia. Estando allí, la mañana de mi presentación, en la puerta del hotel me esperaba un coche y yo dije: ‘¡Que amables! Me van a llevar al congreso’. Dio una vuelta y paró en el patio de una escuela. Habían quinientos niños esperando que llegara para contarles historias. ¡Yo no tenía la menor idea de como se hacía eso! Yo nunca había visto un narrador oral; en Uruguay no hay una tradición fuerte de tradición oral y esos niños ya eran expertos, habían escuchado historias desde que nacieron.
Al parecer salí muy bien parado porque a los gurises les encantó, sobre todo por la originalidad. Les conté un par de historias de Montevideo y fue así como entré investigador y salí cuentero. Esa experiencia para mi fue espectacular y en los últimos veinte años me dediqué muchísimo más a trabajar en esto, fuera de los ámbitos académicos, al punto de que hoy no hay ningún medio que me apasione más que la conversación mano a mano y los paseos por espacios públicos compartiendo historias».

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