Por Antonio Ladra
Fue en medio de una visita del presidente Luis Lacalle Pou a Minas, cuando el dirigente sindical de Ancap, presidente de la gremial Federación Ancap, Gerardo Rodríguez, discutió públicamente con el mandatario y lo increpó por lo que él considera un intento de “privatizar” la empresa estatal petrolera.
Rodríguez se refería a la gestión iniciada por el gobierno y que fuera explicitada el 2 de marzo, ante la Asamblea General, cuando Lacalle anunció que se inició el proceso para asociar la división de Pórtland y la subsidiaria de Cementos del Plata, “para superar los problemas endémicos de la baja rentabilidad y pérdida de mercado local”, dijo.
La división portland de Ancap ha dado perdidas en los últimos 20 años Cuatro administraciones pasaron. Más de 200 millones de dólares de pérdidas y también perdió en 2020 y 2021.
La discusión entre Lacalle y Rodríguez subió de tono cuando el sindicalista le solicitó “apelar a la inversión pública”, al tiempo que Lacalle Pou le dijo qué es lo que está haciendo el gobierno, y al interrumpirlo varias veces, el mandatario le señaló: “Pará, pará, si venís a hablar conmigo, ahora escúchame” y continuó: “Las empresas públicas están dando déficit hace años. Dejaron pudrir un horno. Nunca te vi levantar la voz. Nunca hablaste”.
Escuchemos esa parte.
Lo que dijo Lacalle es parcialmente cierto. El sindicato en la pluma de Rodríguez denunció la situación del horno, pero fue en voz baja, eso sí.
En agosto de 2015, en la revista oficial de la Federación Ancap, La Antorcha, Rodríguez escribió bajo el título La gestión de Ancap necesita cambios que requieren decisión y espalda política:
“Si se va a realizar la mayor inversión de la historia del país, (se refiere a la planta de celulosa de UPM) ¿por qué no se completan las necesarias en ANCAP para revertir los resultados negativos en la industria del portland? (pérdidas de U$S 30: anuales), si se invirtieron hasta el momento U$S 280: ¿cuál es la razón para no invertir los U$S 230: restantes (2 % de las que se anuncian) para lograr la actualización tecnológica que permita mejorar la eficiencia energética y reducir los costos de producción?
Y culminaba sobre este punto con una pregunta: ¿A qué lógica responde tener un horno completo en contenedores e incluso equipos a la intemperie y resolver no instalarlos hasta el 2020? (cuando muchos de ellos sufran un deterioro importante) mientras en el país se hace la mayor inversión de la historia”.
Sin embargo, ahora la Federación Ancap le pedirá a Lacalle que presente las pruebas del estado de los hornos, comprados en 2012.
El sindicato de Ancap, luego de una etapa de enfrentamiento con el presidente del Raúl Sendic, recordemos la protesta en la inauguración de la plata desulfurizadora en La Teja, bajó los niveles de confrontación y no hubo señalamientos a la gestión o fueron muy tibios.
El caso del remolcador Ky chororo fue una prueba: una historia más de despilfarro en Ancap con la gestión de Sendic.
El 16 de febrero de 2009 el Ministerio de Defensa Nacional y Ancap firmaron un contrato para construir dos barcazas y un remolcador. El objetivo era lograr un transporte rápido y mucho más barato.
El mayor desafío que se presentaba era la construcción del remolcador. El 8 de mayo de 2013 en presencia del presidente de la Republica José Mujica y otras autoridades se bautizó al barco empujador Ky chororo encargado por Ancap al Servicio de Construcciones y Reparaciones de la Armada.
La fiesta fue completa. Había rostros sonrientes y hasta el propio presidente se prestó para bromear con los trabajadores que construyeron el buque.
Al saludar, Mujica les dijo: ahora hay que hacer un crucero
Pero algo falló: en ese momento el Ky Chororo no estaba en condiciones de operar y no lo hizo hasta el 29 de octubre de 2015.
Las razones: el nivel de ruido por encima de lo permitido según las normas internacionales.
Sin embargo, tanto los constructores, la Armada Nacional, como quienes lo habían encargado, Ancap, en aquel momento hicieron de cuenta que todo estaba bien.
El contrato entre la Armada y Ancap incluía, además, dos barcazas por un total de 12 millones de dólares. Cuando finalizó la construcción, el costo total terminó siendo de 14,8 millones de dólares.
¿Qué dijo el sindicato en aquel momento?: “que era incomprensible que mientras el Ky Chororo no navega, Ancap debe seguir arrendando un remolcador a la empresa Nautimill S.A. la que cobró más de US$ 4 millones entre 2013 y 2014, y ya había cobrado otros US$ 4 millones entre 2010 y 2012”.
Sobre la falsa botadura no dijo nada.
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Foto: Foco.uy