En promedio, la comercialización de remeras oficiales y exclusivas suele ahondar en cifras que van desde los $ 2.000 a $ 5.000 pesos, incluso, hasta miles de dólares.
La colección de camisetas se disparó durante la pandemia. No solo por el ocio que resulta del encierro y la historia escondida detrás de cada fibra de tela, sino por lo lucrativo del asunto. Esta actividad, que según mencionan los mismos coleccionistas “se cuadriplicó”, habilitó la expansión de un mercado donde el fin justifica los medios, al punto tal de delinquir.
Ejemplo de ello, son los casos de los exjugadores de Peñarol, Marcelo Zalayeta y Matías Britos, donde delincuentes ingresaron a sus domicilios y se llevaron gran parte de sus colecciones. Por otra parte, el jugador paraguayo, Edgar Benítez denunció en marzo el robo de aproximadamente 1.000 camisetas de su colección. Según las declaraciones del deportista en Infobae, estas fueron “ofrecidas a la venta por redes sociales”. Dos personas fueron detenidas por este delito.
Las instituciones deportivas tampoco quedan exentas. En marzo, el dueño de un gimnasio de Villa Dolores en Montevideo denunció el robo de 140 camisetas que fue coleccionando con remeras obsequiadas por futbolistas que entrenaron en su local.
Como en cualquier área, un coleccionista puede comenzar por varios motivos. Miguel (nombre que elegimos para preservar la identidad del testimonio) dijo a Punto de Encuentro que siempre sintió atracción por las camisetas, desde niño, y no fue hasta la década del 2000 que comenzó a juntarlas con esa idea. Algunas le llegaban como regalo de Navidad y Reyes Magos, otras por familiares y amigos. Ser alcanzapelotas también le permitió un otro acercamiento, viendo las usadas por jugadores como algo más valioso. “Ya no importaba el talle ni nada de eso. Ahí fue que comenzó la locura”, explicó.
Su colección no es muy grande. Él mismo reconoce que comparado con otros colegas, “es un bebé de pecho”: tiene aproximadamente 120 piezas para intercambiar, y otras 60 que están “con candado”. Sin embargo, él la mejor que tiene es la de un emblemático jugador de Peñarol de la década del 2000, una oferta que “no podía rechazar” y que implicó colocar sobre la mesa de negociación “dinero y camisetas”. Optó por no brindar detalles de la cifra.
Escuchá el testimonio de Miguel sobre su mejor intercambio:
Las piezas a las cuales consiguen acceder coleccionistas y revendedores dependerá directamente de su nivel económico. Promedialmente, se suelen manejar cifras que van desde los $ 2.000 a $ 5.000 pesos, incluso, hasta miles de dólares.
El mundo fue testigo de la cifra millonaria que alcanzó la venta de la camiseta del astro argentino, Diego Armando Maradona utilizada frente a Inglaterra en los cuartos de final del Mundial de México 1986: casi US$ 9,3 millones en una subasta organizada por Sotheby’s en abril.
Si nos enfocamos en intercambios de menor escala, los canales habituales de compra y venta están en redes sociales, plataformas de comercio electrónico e incluso, ferias callejeras, además del ida y vuelta entre los mismos colegas, pero la comercialización de camisetas robadas es un fenómeno “naturalizado” que se desarrolla en penumbras. Esta manera oculta de hacerlo ocurre porque en varios casos, ni siquiera el jugador -verdadero propietario de la pieza- sabe que su camiseta está circulando en el mercado.
Un caso concreto es la camiseta que utilizó un histórico jugador de Peñarol en la final de la Copa Libertadores de 2011. Según supo 970 Noticias, hoy está en manos de un coleccionista, y ni el propio jugador sabe que ya no la tiene; es la casaca del segundo tiempo de un jugador que estuvo vinculado a la institución hasta hace relativamente poco tiempo. El “dueño” actual, pagó US$ 9 mil dólares, y es una de sus mayores trofeos dentro de su larga colección de camisetas originales utilizadas por un jugador profesional.
Para quienes no estén fuertemente vinculados al fútbol y la pasión que despierta, tal vez les resulta muy difícil comprender lo que una persona estaría dispuesta a ofrecer o hacer para conseguir una remera. Andrés Grasso, estudiante avanzado de Sociología de la Universidad de la República (Udelar) y autor del artículo “¿Los inadaptados de siempre? Estudio de caso sobre los jóvenes de La Banda del Parque” (2019) explicó a 970 Noticias que para entenderlo, es necesario abordar el concepto de “valor simbólico”.
Él menciona que el valor que tiene una camiseta exclusiva, por ejemplo, de Fernando Morena o Luis Suárez, adquiere un valor mucho más elevado por la “historicidad” que posee, algo que el mercado “no entiende ni puede calcular”.
“Si vamos a lo puramente racional, la camiseta de fútbol es un pedazo de tela con diferentes colores. Pero la historicidad y la identidad que se le construye socialmente a ese símbolo material desde un colectivo, por ejemplo, hinchas de Peñarol o Nacional, hace que tenga un valor emocional o afectivo mucho más alto que para quien esté por fuera”, profundizó Grasso.
Escuchá las declaraciones de Andrés Grasso sobre el valor simbólico:
Por otra parte, Alfredo Pintado es uno de los coleccionistas más conocidos del ambiente. Tiene cerca de 3.000 camisetas y expone que la razón que lo llevó a comenzar en esta práctica, fue cuando “se dio cuenta que había un negocio y podía vivir de eso”. Pintado le contó a 970 Noticias que en 2009, su hermana le avisó que en una página web se vendían camisetas, y como él tenía, “decidió probar”. Instantáneamente que publicó, vendió.
Comenzó a vender y coleccionar las que más le interesaban: de Uruguay, Peñarol y Cerrito, barrio que lo vio nacer. Para su colección personal solo acepta del año 1990 hacia atrás porque según expone, la calidad de las camisetas más recientes “ha descendido”, lo que las hace mucho “más difíciles de conservar”.
“Los modelos de Peñarol, por ejemplo, hasta el 2005 son de buena tela, sus impresos están bien. Hoy en día las pones una vez en el lavarropas, y perdiste toda la remera. Entonces, prefiero coleccionar lo que sé que guardo en una valija y lo voy a sacar de la misma manera. Los modelos de ahora los guardas y salen todos pegoteados. He perdido muchas camisetas por eso”, contó Pintado.
Escuchá el testimonio de Alfredo Pintado sobre la calidad de las camisetas:
Tanto Miguel como Pintado, son de las personas que eligen utilizar las camisetas que atesoran en su colección personal. Puede sonar descabellado para quienes están en el otro extremo: aquellos que utilizan varias técnicas y herramientas para la conservación de estos trofeos.
Uriel Cancela es uno de ellos. Su colección es exclusivamente de Peñarol y no usa ninguna de ellas. Tiene más de 450, lo que lo convierte en el mayor coleccionista carbonero de nuestro país. Además, es administrador de la Asociación Uruguaya de Coleccionistas de Camisetas de Fútbol, un grupo de Facebook creado en septiembre de 2015 donde diariamente, los usuarios buscan nuevos dueños para sus piezas.
Este reconoce que los coleccionistas y revendedores han aumentado en este último tiempo. Incluso recuerda que en un comienzo, los que habitualmente se reunían y se dedicaban por completo “no llegaban a 10 personas”. Hoy, con la proliferación de participantes, se generaron cambios en las dinámicas de intercambio. “No existía la compra y venta en las camisetas de fútbol como un modo de vida”, recalcó.
Escuchá las declaraciones de Uriel Cancela sobre el aumento de coleccionistas:
El aumento de interesados genera automáticamente, un disparo en los precios. Cancela explica que esto se debe a que las piezas más antiguas ya están en manos de coleccionistas. Entonces, cuando aparece una en el mercado, comienza una disputa muchas veces impulsada por ellos mismos, porque para obtenerla, están dispuestos a ofrecer grandes sumas de dinero.
Escuchá las declaraciones de Uriel Cancela sobre el incremento de precios:
Pintado recuerda una anécdota que lo dejó varios días sin dormir. Accedió a vender su primera camiseta Le Coq Sportif de Peñarol, decisión de la que se arrepintió inmediatamente y lo perturbó de tal manera, que cuando finalmente se encontró con un modelo similar, descubrió que el valor era el doble. “Fui, la compré y finalmente pude traer paz a mi vida”, confesó.
Escuchá el testimonio de Alfredo Pintado sobre los errores en la comercialización de piezas:
Profundizando en esta misma línea y apoyado en una visión macrosocial, Grasso explica que el sistema capitalista genera en las camisetas un precio “oportunista” para lucrar y acumular capital. Esto significa que el valor monetario logra entrometerse en la relación simbólica entre objeto y sociedad, conjugando las “identidades y significados construidos” y propiciando un campo fértil para ciertas conductas sociales, como la delincuencia.
Escuchá las declaraciones de Andrés Grasso sobre el por qué de los robos:
Si sos inexperto, podes cometer errores como el caso de los implicados en el robo de las camisetas del jugador paraguayo. Sin embargo, quienes se dedican a comprar y revender y tienen en su poder “piezas delicadas”, intentan pasar desapercibidos. Según contó a 970 Noticias una fuente vinculada a la colección de remeras, “muchas veces no importa de donde vienen, sino tenerla”.
Pintando asegura que en su caso no acepta camisetas robadas porque para él es “una maldición”. Habitualmente consulta la procedencia de las casacas, pero eso puede ser tomado por los revendedores como una ofensa, porque estás dando a entender que desconfiás.
“Uno sabe más o menos donde prenderse. Así como yo vendo, hay gente en la feria que se dedica a comprar y vender, que vos vas y tienen 30 o 40 camisetas tiradas en el piso. Si tienen robadas y te las colocan de a poquito, si, las van a vender y vos no vas a poder sospechar mucho”, afirmó Pintado.
Escuchá el testimonio de Alfredo Pintado sobre las camisetas robadas:
Escuche el informe completo presentado en Punto de Encuentro:
Foto: Alfredo Pintado