¿Podrían los combates entre Rusia y Ucrania, muy cercanos a la central nuclear de Zaporiyia, traernos un nuevo Chernobyl?.

Un reactor nuclear es una máquina para producir energía térmica, pero no es un arma de guerra ni se comporta como una bomba atómica sencillamente porque no fue diseñado para ese objetivo. Es una máquina especializada, de la que se extrae energía térmica (calor) que se produce durante la fisión (partición) de ciertos átomos naturales (Uranio, por ejemplo) que se encuentran en el suelo terrestres y se extraen por minería, y con ese calor calentar agua que convertida en vapor a alta presión hacen mover una turbina eléctrica. No obstante este beneficio, es sabido que su mayor riesgo (peligro) son los residuos de la reacción de fisión del Uranio, los residuos radiactivos.

Los 6 reactores de la Central de Zaporiyia (la más grande de Europa y la tercera del planeta) son máquinas de este tipo y fueron construidos con una tecnología muchísimo más segura que la tecnología que usaban los 4 reactores de la Central de Chernobyl; incluso los reactores de Zaporiyia fueron construidos luego de la experiencia nefasta del accidente de Chernobyl.

Si esta guerra Ruso-Ucraniana afectara fatalmente a la Central de Zaporiyia, las consecuencias del incidente o accidente no serían de la misma naturaleza y alcance que las que provocó el accidente de Chernobyl al mundo. Siendo la C. N. de Zaporiyia una instalación energética estratégica para ambos países, Ucrania y Rusia, no está en esta lógica bélica (por el momento) la destrucción de máquinas tan necesarias para ambos países, incluso para la Unión Europea, y mucho menos generar una liberación de materiales radiactivos que afectarían por años a sus propias poblaciones, que han quedado de rehenes de esta situación.

Por el momento parece ser que todos los actores de esta guerra están jugando a un “chantaje nuclear” disuasivo, pero inmensamente nefasto e infame.

Una frase, que se atribuye a Albert Einstein, parece ser muy apropiada para resumir este teatro de guerra: “Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy realmente seguro de lo segundo.”

La columna del físico Carlos Vera presenta los datos técnicos que respaldan estas conclusiones: 

Foto: FocoUy