Los diferentes cuerpos de rescate turcos y extranjeros, continúan trabajando para socorrer a las víctimas del terremoto de magnitud 7.8, en la escala sismológica de Richter, que afectó a Turquía y Siria el pasado lunes. Ahora las autoridades turcas ponen la mira en las empresas inmobiliarias y en unas 100 personas vinculadas a esta industria bajo la presunción de no haber seguido las normas de edificación.

Muchas ciudades del suroeste turco se vieron fuertemente afectadas por el sismo, principalmente la ciudad de Gaziantep (zona cero). Según un recuento oficial, más de 12.000 edificios quedaron destruidos o dañados por el terremoto en Turquía, y una parte de Siria, en donde murieron más de 20.000 personas.

La policía detuvo en el aeropuerto de Estambul al promotor de una residencia con 250 apartamentos ubicada en la provincia de Hatay, que se derrumbó por completo tras el terremoto. Según el canal de televisión  local NTV, el pasado viernes se presentó una primera denuncia en Diyarbakir (sureste de Turquía) por la mala calidad del hormigón.

El  ingeniero sísmico Mustafa Erdik, presidente de la Fundación de Terremotos de Turquía, dijo a la agencia AFP que tras el sismo se observa «el colapso con plantas que se apilan unas sobre las otras. Hemos abierto universidades privadas por todo Anatolia (…) Pero el nivel de formación es muy bajo. No saben hacer un cálculo», se indigna el profesor, para quien la mayoría de graduados «solo sirven para hacer el café», expresó.

En Turquía, el sector de la construcción impulsó la economía desde el año 2000. Según el informe presupuestario del sector para el año 2020 y el Instituto Turco de Estadísticas, el número de empresas que operan en el sector inmobiliario aumentó un 43% en diez años hasta alcanzar unas 127.000.