Se viene el invierno y el tema de la alimentación de las personas más vulnerables empieza a tener una atención especial. Y ya es el tercer año que en Uruguay estamos teniendo como de cajón las ollas populares. Uno podía estimar que al terminar la pandemia fueran mermando hasta desaparecer. Sin embargo, eso no solo no pasó, sino que no hay un horizonte cercano en donde eso pueda suceder. Puede que empiecen a apagarse una a una en función de qué tan gastado esté el pulmón social, porque se basan en trabajo honorario y social de los vecinos, que se va desgastando.
No quiero entrar en la discusión política que se ha convertido en una especie de dicotomía entre ollas y plan de alimentación del Gobierno, o el Mides. Porque está claro que el gobierno entiende que las ollas populares no son la estrategia que quiere impulsar, sino que diseño su propio plan para atender a la población más vulnerable.
Sin embargo, el plan no ha mitigado o sacado a las ollas populares. Por el contrario, En el caso de la coordinadora de Ollas sigue manteniendo que son en el entorno de 200 contando también con merenderos, y después están aquellas que no forman parte de la coordinadora y que trabajan de manera independiente.
Y la pregunta disparadora de por qué siguen existiendo ollas populares cuando hay un plan de alimentación activo del gobierno, y del cual el gobierno está muy contento con los resultados. La periodista Carolina Delisa preparó un informe respondiendo a la pregunta que mantiene una disputa por la alimentación de las personas con una realidad socioeconómica vulnerable.
Escuchá el informe completo:
Foto: FocoUy