Columna de Fabián Tiscornia

 

Donald Trump tuvo una victoria categórica en las elecciones de Estados Unidos, ya que no solo obtuvo los votos del colegio electoral necesarios para ser presidente, sino que además ganó en el simbólico voto popular, algo que los republicanos no lograban desde hacía dos décadas.

¿Qué puede deparar para la economía este Trump 2.0 o Trump recargado como llaman algunos? ¿Qué efectos se pueden prever para Uruguay?

En este Que alguien lo explique vamos a repasar las promesas de Trump en materia económico y analizar los posibles efectos sobre Uruguay.

Empecemos por algunas ideas que Trump ha manejado en la campaña electoral. El electo presidente estadounidense ha planteado tanto en su mandato anterior como en esta campaña una política comercial proteccionista. 

Así ha manejado la idea de un arancel básico de entre 10% y 20% sobre todas las importaciones, que llegaría al 60% en el caso de China. Si se concreta, la tarifa efectiva sobre las importaciones volvería a niveles de hace 100 años, cuando el mundo era mucho más proteccionista que hoy.

El arancel es como un impuesto que pagan las importaciones. Esto hace que los productos importados sean más caros y los estadounidenses sean más competitivos a nivel interno. 

Este tipo de medidas puede generar represalias, sobre todo de China, imponiendo medidas similares y entraríamos en una llamada “guerra comercial”. 

Algo de esto vimos en 2018 cuando Trump era presidente e impuso aranceles a importaciones de China y hubo medidas “espejo” del lado chino, hasta que en enero de 2020 ambos países firmaron un acuerdo económico y comercial que fue dejando sin efecto las medidas.

Pero ahora, Trump ha hablado no solamente de imponer aranceles a las importaciones de China, sino de todo el mundo.

Este tipo de medidas proteccionistas lo que termina generando es un fortalecimiento del dólar y un auge de la economía estadounidense. 

Aquí los analistas difieren, algunos dicen que será temporario en 2025 y 2026 y luego la principal economía del mundo se enfriará y otros dicen que será más permanente por otras medidas que anunció Trump.

Entre esas medidas está la de reducción del impuesto a la renta corporativa, es decir el que pagan las empresas en Estados Unidos por sus ganancias, que Trump prometió recortar de 21% a 15%. Además de otros beneficios impositivos para empresas y personas.

Esto puede tener varios efectos. Uno ya lo vimos apenas se conoció la victoria de Trump y fue la suba en el precio de las acciones en la bolsa de Nueva York. ¿Por qué? Porque si las empresas van a pagar menos impuestos, eso significa que tendrán más ganancias y por tanto las acciones van a valer más. El mercado lee esto y trata de anticiparse mediante la compra de acciones, lo que efectivamente lleva a una suba de su precio.

Otros efectos que puede tener esa rebaja impositiva, es un mayor atractivo para las empresas a invertir en Estados Unidos en vez de hacerlo fuera. 

Hay más promesas de campaña de Trump. Una ha sido la frase “drill, baby, drill”. Algo así como “perfora, cariño, perfora”, en alusión a la explotación de petróleo y otros hidrocarburos. 

Cabe aclarar que la producción de hidrocarburos de Estados Unidos ya está en un nivel récord, pero es posible que aumente aún más con Trump en el gobierno, mediante la eliminación o reducción de las restricciones para la producción de petróleo y gas.

Por otro lado, el mandatario republicano podría recortar los subsidios y apoyos del gobierno a las tecnologías de energía verde. 

Esto dejaría en pausa la agenda que se ha promovido, sobre todo en Europa, de descarbonizar las economías e impulsar las energías limpias o menos contaminantes tales como la generación de electricidad a través de la eólica o solar y el hidrógeno verde.

La otra clave de Trump es qué va a hacer con el gasto. El déficit fiscal de Estados Unidos en monto está en un máximo, excluyendo la pandemia, y en relación al tamaño de su economía es decir en porcentaje del Producto Interno Bruto es de 6,4% en 12 meses a setiembre.

Antes decía que Trump tiene varias propuestas de alivio impositivo. Eso implica, que, si no se toca el gasto, el déficit fiscal aumente y eso no se vería compensado por el mayor crecimiento de la economía. 

Aquí también difieren los analistas. Algunos consideran que las propuestas de Trump harán perder recaudación y que no va a poder cortar el gasto en la misma magnitud para que el déficit no crezca. 

Estos analistas consideran entonces que hacia 2027 y 2028 la economía estadounidense se enfriará y debido al mayor déficit fiscal y a los aranceles a la importación, la inflación aumentará. Esto llevaría a que la Reserva Federal tenga que subir su tasa de interés. 

Pero, hay otros analistas que creen que Trump si logrará bajar el gasto público, sobre todo porque tuvo el apoyo clave en la campaña del empresario Elon Musk, conocido por su ferviente énfasis en la reducción de gastos. 

Si eso sucede, estos analistas entienden que la inflación de Estados Unidos, seguiría encaminándose hacia su meta del 2% y la economía entraría en un ciclo virtuoso.

Con todo este escenario de un Trump recargado, ¿qué efectos puede haber sobre Uruguay? 

Para empezar un dólar más fuerte a nivel global, si se da también en Uruguay, no generaría cambios en la competitividad de las exportaciones porque está subiendo en todas partes. Ahora, sí haría que para los trabajadores los productos importados les resulten más caros: por ejemplo, electrodomésticos, automóviles, etc. 

El hecho de que Estados Unidos imponga un arancel a todas las importaciones afectaría a las exportaciones uruguayas, ya que Estados Unidos -si se consideran las exportaciones de servicios como el software, entre otros- está “cabeza a cabeza” con China como el principal socio comercial de Uruguay. Según un análisis de Ceres de 2022, el 21,3% de todas las exportaciones de bienes y servicios de Uruguay va a Estados Unidos.

A esto se suma, que una “guerra comercial” entre China y Estados Unidos, impacta en las economías de ambos y podría haber menor demanda por parte de China de productos alimenticios que Uruguay exporta como la carne, la soja o los lácteos, aunque estos últimamente ya no se venden al gigante asiático como años atrás.

Por otro lado, la medida de reducir el impuesto a la renta empresarial sumado al empuje de Trump a la producción petrolera, podría impactar en inversiones en Uruguay. Recordemos que el país se está posicionando a futuro como un productor de hidrógeno verde y si la agenda de energías limpias tiene un retroceso, obviamente impactaría en Uruguay.

Por último, queda planteada la duda de qué va a pasar con la relación de Estados Unidos y América Latina, Uruguay incluido. En la administración de Joe Biden, Uruguay junto a otros países de la región integró la llamada Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas promovida por el mandatario estadounidense. 

Esto todavía no se ha traducido en muchos hechos concretos, aunque sí ha habido apoyo de Estados Unidos a Uruguay como hub de innovación, en hidrógeno verde, entre otros, podría verse terminado con Trump. 

Ahora, Trump prevé nominar como secretario de Estado al senador Marco Rubio, quien sería el primer hispano en llegar a ese lugar, ya que es hijo de inmigrantes cubanos. 

En abril de 2022, previo a una visita del entonces canciller Francisco Bustillo a Estados Unidos para mantener reuniones, Rubio dijo: “Necesitamos reforzar nuestros esfuerzos para contrarrestar las influencias autoritarias” y “un país en particular con el que EE.UU. debería desarrollar vínculos aún más estrechos es Uruguay”. Por ese entonces, se hablaba del acuerdo comercial entre Uruguay y China y Rubio decía que “EE.UU. debe fortalecer las relaciones comerciales con Uruguay de una forma que optimice ambas economías”.

Ahora, de esa declaración pasaron dos años y medio. El mundo es otro y además como secretario de Estado, Rubio va a tener que atender varios frentes como la “guerra comercial” con China, la situación en Medio Oriente donde el gobierno republicano parece ir por una línea mucho más dura con Hamás, la guerra Rusia-Ucrania, entre otros. Entonces, queda planteada la interrogante: ¿será una prioridad o incluso una segunda línea de acción, la relación de Estados Unidos con América Latina? Parece difícil.