Columna del profesor Alejandro Giménez 

 

¿Qué pasaba en Uruguay y el mundo en marzo de 1985?

Mientras que en Estados Unidos gobernaba Ronald Reagan, iniciando en enero de ese año su segunda presidencia, en la Unión Soviética fallecía el presidente Konstantín Chernenko, dando lugar a la elección de Mijail Gorbachov como su sucesor, siendo el último mandatario, dada la disolución de ese país en 1991, marcando el fin de la Guerra Fría. En Brasil se recuperaba la democracia, y la enfermedad del presidente electo Tancredo Neves, y su fallecimiento, llevan a José Sarney al gobierno. 

El mundo conocía «Usa for África», canción que unía a un gran número de estrellas- Michael Jackson, Tina Turner, Bruce Springteen – que reclamaban contra el hambre en el continente negro, y las pantallas grandes recibían el inicio de la zaga de «Volver al futuro», además de las argentinas «La historia oficial», ganadora del Oscar a mejor película extranjera, y «Esperando la carroza», un clásico que sigue cautivando.  

Mientras Uruguay volvía a un Mundial de Fútbol al vencer a Chile en el Estadio Centenario por 2 a 1, en el partido del famoso limon de Venancio Ramos a la pelota que iba a patear Aravena, también recuperaba la democracia, en aquel recordado marzo de 1985. 

El camino hacia aquel retorno a la democracia 

La dictadura uruguaya, iniciada en junio de 1973, estaba herida de muerte luego de la derrota en el plebiscito con el cual los militares intentaron perpetuarse en el poder el noviembre de 1980. A partir de allí, el retorno a la institucionalidad tuvo un intrincado camino, que pasó por las primeras desproscripciones, las elecciones internas de 1982, la movilización popular de obreros y estudiantes del 83, el fallido díálogo de los políticos con los que mandaban, el pacto que posibilitó el retorno a la democracia en el ´84 y el retorno de una democracia con proscriptos y presos, por más que en ese mismo marzo todos recuperarían sus derechos políticos.

En noviembre de 1984, las urnas marcarían el triunfo del Partido Colorado y la llegada de la fórmula Julio María Sanguinetti y Enrique Tarigo al poder. El Uruguay culminaba 12 años de gobiernos de facto, con represión, torturas y persecuciones. Y pese a que era una salida imperfecta, había que celebrar que el país volvía a gozar de la libertad. 

Detrás del escenario de la fiesta de la democracia

El 1ero. de marzo de 1985 fue viernes, y desde el entorno del presidente electo, se pensaba en una ceremonia oficial y una serie de actividades artísticas con invitados locales  y extranjeros. 

Argentina había recuperado la democracia en diciembre de 1983 y Raúl Alfonsín de la Unión Cívica Radical era el presidente. En el ´79 la revolución sandinista en Nicaragua, comandada por Daniel Ortega, representaba una esperanza para América Latina. Y España afirmaba un gobierno socialista con Felipe González. Todos estarían en la asunción del nuevo presidente de los orientales. al igual que George Shultzs, secretario de Estado de un gobierno estadounidense que muchos países veían como enemigo con su plan  conocido como Guerra de las Galaxias. 

El presidente electo estaba interesado en una grilla artística que contemplara a un público que fuera más allá de los votantes de su partido. Encomendó al diputado Miguel Manzi los contactos para concursar las invitaciones que incluirían a artistas uruguayos y extranjeros. Habría dos escenarios: Uno en la explanada de la Intendencia de Montevideo, con la actuación de los cantautores cubanos Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, que muchos uruguayos habían escuchado desde los años ´70 en cassettes llegados clandestinamente al país, además de Los hermanos Mejía Godoy desde Nicaragua y uruguayos como Canciones para no dormir la siesta, Eduardo Darnauchans y Larbanois-Carrero. Por compromisos de agenda, no pudo estar presente Ruben Rada. En la Plaza Fabini estarían los rockeros argentinos Charly García, en la cresta de su carrera, habiendo editado «Piano Bar», uno de sus trabajos icónicos en 1984; GIT y los Abuelos de la Nada. También hubo un espectáculo en el Teatro Solís, con el Ballet Nacional de Cuba, dirigido por la bailarina y coreógrafa Alicia Alonso, con la OSSODRE. 

Sanguinetti había pedido que estuviera el español José Luis Perales, por lo que fue invitado. Llegó a Montevideo, pero con una condición, que fue viajar en el mismo vuelo que el Felipe González. No trascendió en el momento, pero se supo que tan prestigiosos artistas actuaron en esa ocasión sin cobrar cachets.

A 40 años de una noche inolvidable 

Cuatro décadas después, nueve procesos electorales han consolidado una democracia que si bien sigue con asignaturas pendientes, ha mostrado con su rotación de partidos en el poder su consolidación. La que inició en una noche llena de música de hace cuatro décadas.