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En una nueva entrega de Otra Historia, con el profesor de Historia Alejandro Giménez, recordamos, en los 75 años de la Fórmula 1, cuando corrió un Gran Premio en Piriápolis en marzo de 1952, y la historia de amor de un corredor príncipe asiático y una princesa argentina.
El automovilismo y la posguerra
Luego de la Segunda Guerra Mundial, el automovilismo en el mundo tiene un empuje importante, empujado por las grandes marcas (Maserati, Alfa Romeo y Ferrari), algunas de las cuales habían trabajado en durante la confrontación ecuménica en la fabricación de turbinas de aviones, que veían en esta actividad una muy buena forma de experimentación de la tecnología de los autos de calle y de difusión de sus bondades.
En nuestro país, los fanáticos de este deporte habían fundado en 1940 la Asociación Uruguaya de Volantes- que este año llega a los 85 -teniendo el gran problema de la carencia de un escenario que minimizara los riesgos de una disciplina peligrosa, lo que motivó una campaña contraria del diario “El Plata”. Hubo una experiencia previa en la rambla del Parque Rodó en 1949, en el entorno del Parque Hotel, con la presencia de argentinos como Juan Manuel Fangio y Oscar Gálvez. Pero el gran acontecimiento sería en marzo de 1952, en el balneario que Piria había erigido en el “Puerto del Inglés” en 1890.
Las jornadas de marzo de 1952 en Punta Fría
Aquel balneario concebido por Piria, que había fallecido en 1933, buscaba atracciones que permitieran generar una ruptura de la estacionalidad, algo de lo que aún se habla, por medio de espectáculos de calidad internacional. Héctor Morás, que relatara esa carrera, y que fuera además periodista del motor y piloto, fallecido en noviembre de 2020 a los 93 años, nos contó en un contacto telefónico en 2019 del interés del propietario del cine del lugar, Jorge Massironi, de sumar un atractivo al lugar por esos tiempos. Cabe recordar que Morás condujo un programa en Radio Universal llamado “Velocidad”, hasta 2012.
La Fórmula 1 había formalizado su torneo en 1950, resultando el primer campeón Luigi Farina en Alfa Romeo. Al año siguiente Fangio alcanzaba su primer título de los cinco que obtuvo en la categoría. Y cuenta Morás en sus memorias (“Apuntes del camino”, 1985) que en la noche del 28 de octubre de 1951, mientras el argentino celebraba su primer título en la ciudad catalana de Pedralbes, ya se comprometía en el Hotel Ritz a estar presente en marzo en nuestro país, con una única condición: “la felicidad de ver a mis amigos”.
La pista fue delineada a los pies del Cerro San Antonio, en la zona de Punta Fría. El público estaría ubicado sobre la ladera de la elevación, por lo que reducía considerablemente el riesgo de los espectadores ante un despiste. Tenía 2350 metros de largo, con piso, de bituminoso, y ancho variable de 12 a 14 metros, de acuerdo a datos proporcionados por el investigador Pablo Reborido.
Se consiguió la presencia de los argentinos Fangio, Froilán González, Carlos Menditeguy y Onofre Marimón; los brasileños Francisco “Chico” Landi y Francisco Márquez; los franceses Luis Rosier, Robert Manzon y Maurice Trintignan; el italiano Nelo Pagani; el Príncipe Bira del reino de Siam y los uruguayos Eitel Cantoni, Asdrúbal Fontes y Danton Bazet.
Las pruebas tuvieron varios artífices, como Roberto Fontaina, diplomático, empresario, letrista y comediógrafo uruguayo; el entonces ministro de Relaciones Exteriores Alberto Domínguez Cámpora, y un grupo de entusiastas como Mario Artagaveytia, Armando Matos, Francisco Gravina, Alejandro Samson, y en el que no podía faltar un Piria, Ricardo, ya que el autódromo estaría ubicado en dónde había sido la cancha de golf en la que jugaba el fundador del balneario. Fue importante el apoyo de la Comisión Nacional de Turismo, en la persona de Luis Alberto Llavata, teniendo estas carreras el nombre de esa comisión. Morás manifestó que el aporte económico del Estado fue nulo.
Aquel domingo 23 de marzo de 1952 fueron 65 vueltas sobre un recorrido total de 152 km 599 m, ganando la misma Juan Manuel Fangio con una Ferrari 2000 cc con compresor, con un tiempo de 1h 28’15», seguido por el brasileño Landi a 45” y el galo Manzon a una vuelta. El uruguayo mejor clasificado fue Fontes en el 11er. lugar, y para Cantoni, otro compatriota, fue la plataforma de lanzamiento para ese año disputar tres carreras en el campeonato mundial, entre ellas el Gran Premio de Italia, corriendo por el equipo brasileño Bandeirantes. La segunda carrera una semana después también la ganó el entonces monarca mundial, aunque debió suspenderse prematuramente por lluvia. Fue inolvidable la fiesta en el Argentino Hotel en agasajo a tan ilustres visitantes. Por dos fines de semana Piriápolis fue la Montecarlo del Plata, en alusión a la prueba que desde 1929 se realiza en Mónaco.
Utilizado para pruebas de categorías como Fuerza Libre, a mediados de los años 70 el circuito dejó de utilizarse, siendo propiedad de los descendientes de Piria. En 2023 se corrió allí el tramo final del Rally de Piriápolis, para lo que la pista fue remozada.
Un príncipe asiático en Piriápolis y una princesa argentina
Uno de los competidores que corrió en Punta Fría fue el príncipe Birabongse Bhanudej Bhanubandh, de Siam, reino del sudeste asiático que comprendía las actuales Tailandia, Camboya y Laos. Más conocido como Bira y nacido en 1914, estudiando en Inglaterra se aficionó a la escultura y al automovilismo, por lo que se dedicó a esa última actividad, apoyado por la fortuna de su familia. En 1949 viene a Argentina a participar de una carrera en los bosques de Palermo- la Copa Eva Perón – y en una visita al Automóvil Club Argentino conoce a una secretaria de 25 años, Celia Esther Howard, que hablaba muy bien el inglés.
El flechazo entre el noble de 35 años y la argentina de ancestros británicos fue instantáneo. Tal es así que a fines de 1951 se casaron en la embajada de Siam en París, en una ceremonia budista, viajando de luna de miel a tierras del novio, en su segundo casamiento de seis que tuvo. Al año siguiente fueron padres de Biradej, pero el lujo y las joyas en una vida primero en Bangkok y luego en la Costa Azul de Francia, no impidieron la separación de la pareja en 1956, ya que el príncipe no era muy amigo de la fidelidad matrimonial. No hay indicios de que Celia haya acompañado a Bira en estas carreras de marzo de 1952 en Uruguay. Fue la primera princesa argentina. Sí es sabido que Bira visitó al General Perón cuando era presidente y hasta tomó mate con su amigo Fangio en alguna ocasión.
Pese al final de la relación, Bira le propuso a Chelita, como la conocían todos, darle una pensión de por vida si no volvía a casarse, lo que ella cumplió. El hijo de ambos volvió a Buenos Aires con su madre, y falleció de cáncer con sólo 17 años. El Príncipe Bira murió de un infarto esperando el metro en París en diciembre de 1985, ya que gran parte de su fortuna había desaparecido, mientras que Celia vive en San Isidro con 102 años !