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Dos candidatos totalmente opuestos competirán en el balotaje por la presidencia de Chile.
Por un lado, Jeannette Jara, una comunista crítica del ala ortodoxa de su partido que encabezó la primera vuelta como representante de una amplia alianza de centro-izquierda afín al gobierno de Gabriel Boric. Por el otro, José Antonio Kast, candidato ultraderechista, con un duro discurso contra los migrantes indocumentados y las minorías.
La extrema derecha quedó bien posicionada para llegar al poder por primera vez desde el final de la dictadura chilena en 1990, tras los comicios del pasado domingo que decidieron un balotaje para el 14 de diciembre.
En la primera vuelta, Jara obtuvo el 26,8% de los votos, frente al 23,9% de Kast. Esta ventaja de apenas 2,9 puntos estuvo por debajo de las expectativas de su coalición de centro-izquierda.
Más que su militancia comunista, pesó en contra su rol como ministra del Trabajo del gobierno de Gabriel Boric, según analistas chilenos.
Jara no logró siquiera igualar en la votación el nivel de aprobación que cosecha actualmente el presidente Boric entre los chilenos, un 28% según la última encuesta del Centro de Estudios Públicos.
Y su margen para sumar apoyos de aquí a la segunda vuelta es estrecho, según analistas. La derecha, representada por José Antonio Kast, Evelyn Matthei y Johannes Kaiser, sumó más del 50% de los votos.
Mientras que el economista opositor Franco Parisi del Partido de la Gente, fue la gran sorpresa de las elecciones, quedando tercero, con 19,7%, con su consigna de campaña: “Ni facho, ni comunacho”.
«Casi la mitad de los chilenos y chilenas no votaron ni por mí, ni por Kast, y desde mañana, a ellos les vamos a salir a hablar y a escucharles atentamente», dijo Jara ante sus partidarios.
Además defendió la necesidad de una mejor distribución de la riqueza, y marcó como prioridades también el control migratorio y el combate a la inseguridad.
En la primera vuelta la campaña giró en torno a la inseguridad, que una gran parte de la población vincula con la migración irregular.
Pese a ser uno de los países más seguros del continente, la percepción de inseguridad crece entre los chilenos, con datos de homicidios y secuestros altos en comparación al pasado reciente.
En ese sentido, la ultraderecha ganó terreno con su oferta de deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados y lucha frontal contar el crimen organizado.
Kast asegura que instaurará un «escudo fronterizo» para frenar el ingreso de migrantes irregulares, con la construcción de un muro y una zanja en el límite norte, entre otras medidas.
Durante su campaña, Kast moderó su discurso más ideológico y se centró en las críticas a la administración de Boric, anunciando la necesidad de un gobierno de emergencias para atender la situación del país.
Tras conocerse los resultados el domingo, el presidente Gabriel Boric, reivindicó la democracia chilena y pidió unidad en el país.
PERFIL DE LOS CANDIDATOS
JARA
Jara, nacida hace 51 años en El Cortijo, un barrio pobre del norte de Santiago, milita en el Partido Comunista (PC) desde los 14 años.
Trabajó como recolectora de frutas y cajera en un pequeño comercio antes de ingresar a la universidad y ser dirigente estudiantil.
Graduada en administración pública y leyes, fue ministra de Trabajo de Boric y durante su gestión sacó adelante la reducción de la semana laboral de 45 a 40 horas y la reforma del sistema privado de pensiones.
Aunque se mantiene en el Partido Comunista, ha tenido diferencias públicas con sus dirigentes más ortodoxos por sus posiciones frente a Cuba o Venezuela, cuyos gobiernos no considera democráticos. Jara está divorciada y tiene un hijo.
En junio, Jara arrasó en las primarias de la izquierda en lo que para muchos fue una sorpresa, precisamente por ser comunista.
El PC ya había formado parte del segundo gobierno de Michelle Bachelet, entre 2014 y 2018, con dos ministerios.
Y con la victoria de Gabriel Boric en 2021 llegó a tener tres ministerios y una representación parlamentaria inédita: 10 diputados y 2 senadores.
El paulatino ascenso del PC ahora se enfrenta a su prueba más importante con la candidatura de Jara, cuyo éxito, en parte, depende de su capacidad de desmarcarse no solo de la etiqueta comunista, sino del gobierno de Boric, que es mal valorado por la mayoría de los chilenos.
KAST
Del otro lado está Kast, un abogado de 59 años, hijo menor y el décimo de un exsoldado del Ejército alemán que migró a Chile luego de la Segunda Guerra Mundial.
El padre logró levantar un próspero negocio familiar de embutidos. Su hermano mayor fue ministro de Augusto Pinochet, de quien también Kast es admirador. De hecho, hizo campaña a favor del SI, en el plebiscito de 1988, en el que finalmente ganó el NO, que terminó con el régimen dictatorial y la restauración democrática en 1990.
Exdiputado, en 2019, fundó el Partido Republicano de extrema derecha. Esta es su tercera campaña presidencial y esta vez ha centrado su propuesta en la lucha implacable contra el crimen y los migrantes sin papeles, a los que planea expulsar si es elegido presidente.
«Kast viene del núcleo más a la derecha de lo que se llama en Chile la derecha tradicional, que es una derecha que no ha tenido credenciales muy democráticas: es la derecha que respaldó a Pinochet», dijo a la BBC Claudia Heiss, profesora de ciencia política en la Universidad de Chile.
Agrega que el candidato se distanció de los conservadores que se volvieron más pragmáticos y moderados al cogobernar o participar de acuerdos políticos tras el retorno a la democracia.
Vinculado al movimiento católico Schoenstatt, Kast también ha defendido posturas conservadoras en temas sociales.
Por ejemplo, se manifestó contrario al matrimonio del mismo sexo o del aborto incluso en los casos de violación que contempla la ley chilena.
Pero a diferencia lo que ocurrió en las elecciones de 2021, Kast ha evitado polemizar sobre esos temas durante la actual campaña, para concentrarse en asuntos de seguridad pública y migración.
Analistas señalan que claramente esto responde a un mero cálculo electoral antes que a un esfuerzo de moderación: sus posturas sobre temas de género le habría costado votos sobre todo de mujeres, los cuales necesita para ganar.



