El padre Jacques Hamel (84), que fue degollado por dos terroristas en la iglesia de Saint Etienne du Rouvray al noroeste de París, era una hombre modesto y dedicado a sus feligreses.
Hamel pasó la mayor parte de su vida trabajando en el noroeste de Francia, hacía diez años que estaba en esa iglesia y en el año 2008 celebró sus 50 años en el clero.
Era muy “discreto”, no le gustaba “pararse delante” en la celebración de la misa y querido por toda la comunidad.
Otras cuatro personas -dos fieles y dos mojas- se encontraban junto al cura en el momento del atentado reivindicado por el Estado Islámico. Una tercera religiosa logró huir y dio aviso de la toma de rehenes.
La mujer relató que los dos terroristas hicieron arrodillarse al sacerdote antes de degollarlo y grabaron su crimen en vídeo.
Hamel se arrodilló pero intentó defenderse y «allí comenzó el drama”. «Se grabaron en vídeo. Hicieron una especie de sermón en torno al altar en árabe. Fue horroroso», dijo.
La religiosa lo describió como un cura “extraordinario”. “El padre Jacques es muy grande», afirmó.
El papa Francisco está «particularmente afectado» y pidió «paz para todo el mundo». Pocas horas después del ataque, el Vaticano publicó el telegrama de pésame enviado en nombre de Francisco al arzobispo de Ruán (Francia), Dominique Lebrun, quien tuvo que abandonar Cracovia, donde se encontraba para la Jornada Mundial de la Juventud, para volver a su diócesis en Normandía tras el asesinato del sacerdote.
FUENTE.AGENCIA EFE