Amanecen juntos. Huaco se ubica a sus pies mientras desayuna, a la espera de que le suelte un pedacito de queso disimuladamente. Justo con el último sorbo de café, empieza la presión. Corre a buscar la correa al patio, la trae entre sus dientes y empieza a hociquearlo para que la enganche en su pretal. Así arrancan cada mañana. Un paseo que a ambos los pone en movimiento.
La rutina de José (73) y Huaco (un perro-perro de cinco años) se repite en muchas casas. Puede variar la hora del día, la cantidad de animales que vayan sujetados a la correa, el integrante de la familia que se ocupe de sacarlo/s, el ritmo y hasta la regularidad con la que se encare la salida; pero un perro en casa es una oportunidad de encontrar un aliado para alejar al sedentarismo.
Un estudio publicado recientemente arrojó que quienes pasean a sus mascotas son físicamente más activos más días de la semana que quienes no lo hacen. Y un plus: se sienten más seguras al caminar por su barrio.
La investigación exploró, precisamente, la relación entre pasear al perro, la actividad física y la percepción de las personas sobre la seguridad en su comunidad. Fue realizada por un equipo liderado por el doctor Hayley Christian, de la Universidad de Australia Occidental (UWA, por sus siglas en inglés), en colaboración con el Centro Waltham para la nutrición en mascotas, que entrevistaron a más de mil dueños de perros de Perth (Australia) y tres ciudades de Estados Unidos (San Diego, Nashville y Portland).
Los resultados revelaron que las personas que pasean a su perro realizan al menos 30 minutos de actividad física o más por semana que quienes no lo hacen, lo que los ayuda a alcanzar la recomendación de la Organización Mundial de la Salud de un mínimo de 150 minutos de actividad física semanales. “Efecto Lassie”, así se refieren los autores del trabajo al estímulo y la motivación para caminar que ejercen los perros sobre sus amos.
Tener un perro grande, una gran apego a la mascota, saber que le gusta salir a pasear, considerar que caminar lo mantiene sano y contar con apoyo de la familia para hacerlo fueron los principales motivos que los encuestados asociaron positivamente con esta actividad. Por el contrario, que la pareja sea el encargado de sacar al perro, que haya chicos en la casa (la tarea de hacerlo jugar/caminar recae en ellos), o las propias barreras del animal (fatiga, sobrepeso, enfermedad), son los factores que los consultados esgrimieron para fundamentar por qué no salían a caminar con su mascota.
El informe también destaca que casi 6 de cada 10 de quienes pasean a sus perros en Australia y Estados Unidos se sienten más seguros cuando salen con sus perros. Las mujeres consultadas reportaron en mayor proporción el sentimiento de seguridad que los hombres.
«Especialmente en los lugares donde se realizó la investigación en EE. UU., quienes pasean a sus perros tienen una mayor sensación de seguridad y una percepción de mayores niveles de vigilancia en el barrio por pasear sus perros con respecto a los encuestados en Perth», afirmó Christian, de la Facultad de Salud Comunitaria de UWA. «Esto puede ser debido a diferencias sociales y culturales en la manera de tener perros y en las prácticas de ejercicios entre los dos países».
El informe destaca los beneficios físicos y sociales para las personas y las comunidades y la necesidad de integrar el paseo al perro dentro de programas y políticas sanitarias