Los recién nacidos deberían dormir en una cuna en el dormitorio de los padres para reducir los riesgos de mortalidad relacionados con el período de sueño, como el síndrome de la muerte súbita del lactante, según las nuevas recomendaciones de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP).
Esta práctica debe realizarse al menos durante los seis primeros meses, e incluso extenderse hasta el año de edad, precisó la asociación médica, que señaló que poner al bebé a dormir en la habitación de los padres reduce hasta en 50% el riesgo de muerte súbita.
El informe se presentó el lunes en la conferencia anual de AAP, que se lleva a cabo en San Francisco (California), y se publicó en internet en la revista médica Pediatrics.
Se trata de la primera actualización de las recomendaciones de la AAP desde 2011 para crear un entorno de sueño más seguro para los lactantes.
«Sabemos que los padres pueden verse superados por la llegada al mundo de un niño y queremos proporcionarles una guía clara y sencilla sobre la forma y el lugar para dormirlos», explica Rachel Moon, principal autora de las recomendaciones.
Cerca de unos 3.500 bebés mueren en su cama cada año en Estados Unidos, debido especialmente al síndrome de muerte súbita del lactante o a la asfixia accidental.
El índice de mortalidad de los recién nacidos disminuyó en la década de 1990 tras el lanzamiento de una campaña nacional para mejorar su seguridad durante las horas de sueño, pero luego se estancó.
El informe de la AAP recomienda acostar a los bebés sobre su espalda en una superficie firme en la cuna, envuelta en una sábana bien ajustada, así como evitar mantas, almohadas o peluches que pudieran cubrirlos y generar un calor excesivo.
Los bebés corren el mayor riesgo de muerte súbita entre el primero y el cuarto mes de nacidos, pero nuevos estudios muestran que las mantas, almohadas u otros objetos blandos son peligrosos incluso para los bebés mayores de cuatro meses, señala la AAP.
Los estudios también muestran que colocar al bebé boca arriba para dormir ha reducido la mortalidad por el síndrome de muerte súbita en un 53% entre 1992 y 2001.
Por otra parte, los pediatras estadounidenses insisten en sus nuevas recomendaciones en la importancia del contacto físico entre la madre y el recién nacido inmediatamente después del nacimiento, sin importar el tipo de parto.
El bebé es más feliz y su temperatura corporal es más estable y normal, al igual que su ritmo cardíaco.
El contacto con la piel de su madre facilita que el recién nacido sea poblado por las mismas bacterias y desarrolle así su sistema inmunológico.
El contacto físico con la madre y la lactancia parecen ser importantes para la prevención de alergias, dice la AAP.
Amamantar a los bebés también aumenta la protección contra el síndrome de muerte súbita, de acuerdo con el estudio.
Fuente AP