Ya arrancó la temporada alta de planes al aire libre y si no querés que tu piel quede naranja como el pelo del futuro presidente de los Estados Unidos, Donald Trump , tenés que protegerte de los rayos del sol. Que hay que ponerse protector lo sabemos todos, pero ¿qué tanto cuidado hay que tener? Acudimos a cuatro dermatólogos para evacuar aquellas dudas que nunca nos animamos a preguntar.
1. ¿Me puedo quemar a través del vidrio de un auto?
Estás de co piloto y notás como un rayo de sol se filtra por la ventana y da de lleno en tu brazo. ¿Houston, tenemos un problema? «El vidrio funciona como un filtro parcial de la intensidad y de la radiación del sol. Los rayos UVA son los que activan la pigmentación y estos pasan por el vidrio. Te podés quemar, pero no en gran medida», responde el dermatólogo Sergio Escobar, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD). Mónica Maiolino, médica dermatóloga, miembro del Colegio Ibero Latinomericano de Dermatología y asesora de Dermaglós, agrega: «Los vidrios con color absorben un 50 por ciento el calor y entre un 20 y un 80 por ciento la luz. En general, los parabrisas de autos son laminados, por ende la radiación que pasa es mínima. No obstante, lo ideal es usar vidrios anti UV que filtran hasta un 98 por ciento de la radiación».
2. ¿Es cierto que después de las cuatro de la tarde el sol «no quema»?
Nadie sabe quién fue el autor de este mito urbano, pero lo cierto es que nunca falta alguien en la playa que diga que a esa hora no hace falta ponerse protector solar. Llegó el momento de derribar esta leyenda urbana: todos los especialistas desmienten rotundamente que el sol no queme a las 16:00 hs. Escobar explica cómo podés chequear si es un buen o mal momento para tomar sol. «Tenés que mirar el tamaño de la sombra que generás con tu cuerpo en la superficie. Si la sombra es igual o menor a tu altura, el sol te va a lastimar. Si la sombra es mayor a tu altura – que suele ser después de las 18 horas – la probabilidad de quemarte es menor».
3. ¿Un protector solar de factor 15 sirve de algo?
Querés ir a la playa y que la piel te quede morena como la de Pampita , pero dejaste de usar los aceites bronceantes porque no querés freírte como una milanesa. En la góndola del supermercado, encontrás un producto cuyo factor de protección solar es 15 y pensás antes de comprarlo: «¿Estaré tirando la plata?». «El Factor de Protección Solar (FPS) indica la capacidad que tiene ese producto de evitar que la piel se ponga colorada o eritematosa en un determinado lapso de tiempo. También, señala el grado de protección solar frente a los rayos UVB. Obviamente, las pieles más claras son más sensibles a las radiaciones ultravioletas por eso tienen que usar una protección solar alta (mayores a FPS 30). Las pieles morenas, que raramente se ponen coloradas con la exposición solar y se broncean bien, podrán usar FPS de más de 15«, explica el médico dermatólogo y miembro de SAD, Luis Sevinsky.
4. ¿Se puede ser adicta a tomar sol?
No importa en qué época del año estemos, tu compañero/a de trabajo siempre tiene un color como si hubiese estado 30 días en la playa. A pesar de que crece la tendencia del bronceado cero, algunos se obsesionan con tener los 365 días una piel morena. Sin embargo, esto puede ser muy peligroso. «La adicción a tomar sol se denomina tanorexia y es un trastorno donde se tiene una obsesión patológica e irracional por estar siempre bronceado. Esto provoca una exposición compulsiva y enfermiza a tomar sol o exponerse a fuentes artificiales de rayos UV (las mal llamadas, camas solares). Es un trastorno peligroso ya que la persona toma sol todos los días de manera patológica», puntualiza Anabel Manzone, médica especialista en Dermatología y asesora de Eucerin. Sevinsky también destaca que este «exceso de sol» predispone, a mediano y largo plazo, al fotodaño, las arrugas cutáneas y el cáncer de piel como los carcinomas basocelulares, espinocelulares y melanoma.
5. ¿Existen beneficios de tomar sol?
A no confundirse: no es malo tomar sol, el problema es el exceso. Todos los especialistas señalan la incidencia de los rayos ultravioletas en la síntesis de la vitamina D, indispensable para la mineralización de los huesos. Otros beneficios de broncearse son las mejoras en enfermedades cutáneas como la psoriasis y el efecto positivo que desencadena a nivel anímico. Maiolino brinda un dato que más de uno tendrá ahora en cuenta: «Los rayos del sol también incrementan ligeramente los niveles de testosterona, la hormona del deseo».