Las familias son un núcleo esencial y básico para que las personas puedan desarrollarse, y mucho más aún cuando uno de sus miembros tiene una discapacidad. Los hijos no son más que lo que los padres y los entornos promuevan. Lo que acompañemos, estimulemos y los valores que impartamos se verán reflejados seguramente en los objetivos que se consigan.

Hay padres en estas familias que desafiaron diagnósticos y se transformaron en estudiosos de la temática. Algunos se convirtieron en terapeutas y otros, liderando movimientos asociativos de pares, mejoraron realidades no sólo para sus hijos, sino para otros en igual situación.