El máximo representante europeo, Jean-Claude Juncker, se ha sumado al coro de voces que reclama a redes sociales y distribuidores de contenidos una acción más contundente contra las mentiras que inundan Internet. La difusión de noticias falsas se ha convertido en una preocupación global. El Papa Francisco comparó su consumo con comer heces y la excandidata demócrata Hillary Clinton, víctima de numerosos bulos durante su campaña a la presidencia de EEUU, advirtió de que este tipo de informaciones pueden incluso poner en peligro vidas. Ahora ha sido Juncker el que ha pedido a compañías como Facebook o Google medidas más efectivas contra las manipulaciones. «Vamos a controlar con rigor cómo se implementan. Es algo que va en su propio interés porque la credibilidad es su activo más importante», señaló en una entrevista al grupo de medios alemán Funke.

El debate sobre si Europa puede hacer algo para limitar la difusión de contenidos falsos está abierto. El presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, que dejará en enero su cargo para volver a la primera línea de la política germana, se ha mostrado partidario de que Bruselas tome cartas en el asunto para proteger a los afectados por noticias falsas. «Los legisladores deben actuar, no solo a nivel nacional, sino europeo».

De momento no existe legislación comunitaria para frenar esta práctica. Facebook, Twitter, Youtube y Microsoft se adhirieron a finales de mayo a un código de conducta propuesto por la Comisión por el que se comprometieron públicamente a evitar la proliferación de mensajes que fomentaran el odio, el racismo y la xenofobia a través de la Red. El acuerdo ha permitido que se borraran 163 contenidos ofensivos en seis semanas gracias a las denuncias de 12 ONGs que participan en el monitoreo de las publicaciones, con grandes diferencias entre países como Alemania y Francia, donde se han eliminado la mitad de los contenidos denunciados, y Austria o Italia donde apenas se borran. Aún así, la mayoría de las 600 denuncias quedan en nada debido a que los distribuidores de contenidos no creen que incumplan las leyes.

El trato entre Bruselas y las tecnológicas no aborda sin embargo el problema de las noticias falsas, cuya propagación ha estallado con virulencia con motivo de las elecciones estadounidenses. «En las últimas semanas se ha demostrado que las redes sociales necesitan asumir su parte de responsabilidad en la radicalización online, la propagación de mensajes ofensivos y las noticias falsas. Las tecnológicas deberán invertir más para tener éxito», advirtió la comisaria Vera Jourova a comienzos de este mes. Ambas partes tienen previsto evaluar la marcha del pacto, por lo que es de esperar que en próximas revisiones adapten su texto para incluir nuevos compromisos contra las noticias falsas.

Facebook y Google ya han anunciado que tratarán de combatir las noticias falsas impidiendo a las webs que las propaguen recibir publicidad para así ahogarlas económicamente. El fundador de la red social FB, Mark Zuckerberg, reveló recientemente que una organización externa evaluaría aquellas informaciones que sean catalogadas como falsas por múltiples usuarios.

El último episodio de la demostrada capacidad de los bulos que circulan por Internet para generar graves confusiones se ha vivido este fin de semana, cuando una falsa amenaza del ministro de Defensa israelí a Pakistán difundida por AWDNews provocó una dura respuesta de un ministro paquistaní a través de Twitter. En ella recordaba a Israel su condición de potencia nuclear. El Gobierno israelí desmintió rápidamente las declaraciones que dicho portal atribuía a su ministro, pero el suceso es un ejemplo de la importancia que las mentiras pueden alcanzar en la Red.