El propietario de un kiosco ubicado en el cruce del Camino a la Laguna y la Avenida España, Santiago Plada, estuvo al borde de caer abatido por un soponcio cuando fue notificado por la Dirección General Impositiva (DGI) de que estaba debiendo más de un millón de dólares de impuestos. No obstante, debió sobreponerse y dedicarse a investigar la situación concienzudamente para demostrar que había sido víctima de una estafa. Plada dijo ahora que espera que su nombre quede totalmente desvinculado de la situación.
Hace pocos días había trascendido que un hombre había sido procesado con prisión por un delito de estafa por cuanto encontró boletas del kiosco del señor Plada y utilizó el número de RUC para facturar compras. Así las cosas, la carga impositiva iba directamente al comercio.
“Todo empieza el 17 de enero, el martes pasado, a las 10 de la mañana, cuando cae la DGI a mi comercio”, dijo Plada. “La DGI ya había estado el 4, con el control de rutina”, pero la pasada semana regresó con una orden de inspección, librada en Montevideo, y una intimación a pagar multas “por montos millonarios”. Ocurre que desde hace un año el estafador “estaba realizado compras millonarias, por entre 500 mil pesos y hasta tres millones de pesos mensuales”, explicó.
El kiosco “La Proa”, sólo tiene 12 metros cuadrados de superficie pero, de acuerdo a los datos de la DGI estaba haciendo abultadas compras que lo ubicaban como un “gran contribuyente”.
No es posible
Plada fue interrogado y aprovechó para aclarar que ese nivel de gastos era “imposible”. “Una de las empresas que se dedica a la venta de recargas de teléfonos les confirmó que yo iba, compraba y luego rompía las boletas”. Por tanto, solicitó que investigaran e insistió en que no era posible que él “manejara estos montos”.
Si bien la DGI le negó la información de cuál era esa empresa, pudo ver la carpeta y anotar sus datos. “Después que se fueron los inspectores, y en un estado de nervios atroz, por ser un deudor millonario de la DGI, me puse en contacto con la empresa. La deuda pasaba el millón de dólares, según estimaron. No me iba a dar la vida para pagarlo. En la empresa me decían que era yo el comprador, pero al final logré hacerme los datos de la persona que compraba. Tenía un negocio en Maldonado Nuevo y accedí a su mail. Y ya había hecho la denuncia en Investigaciones, que estaba trabajando en el caso”, explicó.
“Yo lo busqué en Facebook, amplié la denuncia. Y cuando la encontré resulta que no era esa persona, sino su padre”, agregó.
“En dos horas, Investigaciones lo llevó ante el juez, que había encontrado las boletas en Avenida Aiguá y clonó la empresa. Utilizaba mi empresa, paralelamente, desde hace un año y pico, haciendo compras millonarias”, refirió.
Además, dijo que la empresa que había recibido las facturas “colaboró. Porque había que hacer toda la investigación sin despertar sospechas. Porque si la persona desaparecía, yo quedaba con la deuda”.
Ahora la DGI le radicó una denuncia penal al responsable, por evasión de impuestos. Además, está tratando de que Plada quede fuera del asunto. “No me han dado nada confirmado que se deslinde. Solo me dicen que para ponerme multas no se van a contar esas compras”. “Espero que a nadie más le pase lo mismo”, aseveró.