Yo, Daniel Blake (I. Daniel Blake). Reino Unido / Francia / Bélgica 2016. Dir.: Ken Loach. Con: Dave Johns, Hayley Squires, Sharon Percy.

Alguien señaló que el grupo político más coherente, menos contaminado, y fiel consigo mismo, era el de los “trotskystas”. Aseveración que otro alguien retrucó respondiendo que su menguante cantidad de adherentes y el no haber alcanzado el poder en ninguna nación, facilitaban controles sobre el comportamiento de sus militantes.

Un rotundo testimonio del mantenimiento de su ideario “trotskista”, es el ofrecido por Ken Loach (Reino Unido, 1936). El cine de Loach ha sido, desde siempre un cine comprometido con los menos pudientes. Sus realizaciones al tiempo que marcan –sin caer en el fácil panfletarismo- injusticias sociales, reservan a los más humildes una cierta idealización expandible a toda su filmografía.

Loach abordó relatos que le son contemporáneos, sin olvidar sus referentes históricos, a veces convertidos en un nuevo film. Los hechos históricos en los films de Loach, procuran –y consiguen- una explicación a través de sus personajes: seres comunes.

Con un previo pasaje por las tablas, Loach se dedica al cine y también a la TV. Su ingreso se produce en los fermentales años ’60. Huelgas obreras y las carencias de los sin techo, le llevarán en esos revulsivos años al cuestionamiento de sus películas, que en el caso de la BBC de la era Thatcher, llegó a la prohibición. Esas realizaciones también cobijaron elementos que redundarían en la promulgación de Leyes de apoyo a “los sin techo”.

El cine de Loach es directo, sin búsquedas formales, soterradas por un afán realista. Su obra está impregnada de los viejos documentales británicos, de la época en que la “General Post Office” (GPO) y los cineastas que rondaban en torno a John Grierson, impusieran un estilo a sus documentales. Loach retrata ambientes proletarios con personajes que también lo son. Su cine busca la indignación, confrontación y lucha. Ante “Yo, Daniel Blake”, el anciano desocupado reniega de la distribución gratuita de alimentos, porque busca el trabajo que le permita subsistir.

Este Daniel Blake es, a su vez, apoyo y protección para una joven mujer y sus dos hijos. Sin negar su posible existencia, esa solidaridad es la que se convierte, en la ingenuidad de Loach.

En los films neorrealistas, el “arriba los pobres del mundo” surge junto al “poner la otra mejilla”. El cine de Loach dista de la efectividad de la otra mejilla, y cuando están muertas, o derrotadas las convicciones, Loach indoblegable como el anciano de “Yo, Daniel Black”, responde elusivamente, dejando a sus derrotados hombres y mujeres dos alternativas claramente surgidas de cuanto vimos antes, y sin necesidad de discursos; firme convencido de su “trotskismo” anarquizante, plantea una lucha que aún no ha terminado; ya sea colectivamente, o individual, como ese anciano denigado, que en la calle despotrica también contra la burocracia.

Loach y sus films no hacen discursos políticos, son sus personajes, con aguzados diálogos y una historia atractiva (el vínculo de ese padre abuelo con los niños y su madre; la prostituta, una burocracia infernal y quienes viven de ella, la soledad, etc.) los encargados de imprimirles un contenido `político: el de Kean Loach, maestro del cine.

Resaltando su costado documental, la realización acude a una fotografía clásica, a efectos de no distorsionar el propósito testimonial. Otro gran acierto de un título que no permite distorsionar propósitos.

Elenco y fotografía, cumplen a la perfección los requisitos de documentallidad, de este valiosísimo título.

Los films de Ken Loach ofrecen diversos escenarios ya sea de Europa, America

En la canción de Carla, un film de Loach, acerca de la relaciónes de una nicaragüense refugiada en la ciudad de Glasgow.

En 1995, Ken Loach dirige Tierra y Libertad, cuya acción transcurre en la España de la Guerra Civil, en 1937.