Por Gonzalo Hernández Waller (@gonzalohzw)
Quentin Tarantino es, sin dudas, uno de los directores más importantes en actividad y sus películas, de las más influyentes. Muchas veces el director, consultado sobre cómo se formo, ha declarado que nunca fue a una escuela de cine, sino que aprendió mirando películas. Según él, esta es la única forma en la que un cineasta pude aprender a identificar el sello personal que un director le imprime a cada filme y crear el suyo propio.
En el presente, Tarantino es referente para muchos. Pero cuando era joven, muchos fueron su referencia. Con el objetivo de explorar la filmografía de este director, pero sobre todo, de poder ver que películas lo cautivaron y lo formaron, el Cine Universitario del Uruguay inaugura este viernes 1 de setiembre la muestra ¡FUI AL CINE! En ella, según se explica en la página de Facebook del cine, se buscara “honrar a un director que marca tendencia desde la década de 1990, utiliza la cultura pop como recurso esencial y escribe diálogos apasionantes”.
Como bien lo recuerda el Cine Universitario en la publicación, Tarantino se destaca, entre otros aspectos, por crear diálogos memorables y ejecutarlos con brillantez. A veces los textos nada tienen que ver con lo que está pasando en la película pero cumplen un rol fundamental en la narrativa: nada sobra, todo tiene una razón de ser. Desde la interpretación de “Like a Virgin” en Reservoir Dogs, pasando por el monologo de Samuel L. Jackson en Pulp Fiction, hasta la escena inicial de Inglorious Basterds, Tarantino demuestra una vez que además de un gran director, es un maravilloso escritor.
Con la sangre como elemento omnipresente en su filmografía, Tarantino, que se crió en un barrio con gran diversidad étnica, habla de temas históricos y sociales que le preocupan. Ha recibido muchas críticas por esto, ya que muchos creen que en vez de denunciar o mostrar preocupación por ciertos temas, como la esclavitud en Django, lo que hace es mostrar cosas que no tienen necesidad de ser mostradas o, incluso, que hace apología a la violencia. Para él, la mejor forma de criticar ciertos comportamientos o hechos históricos, es mostrarlos y no hacer un discurso sobre ellos.
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