Siempre dijo que cuando se le muriese el último de sus corgis no tendría más para que no le sobreviviesen. Este momento ya ha llegado. El pasado domingo, Willow -descendiente de Susan, la primera corgi que tuvo la Reina Isabel II-, fallecía de cáncer a los 14 años.
«La Reina ha llorado la muerte de cada uno de sus corgis a lo largo de los años, pero la de Willow le ha afectado más que ninguna otra», decía ayer al Daily Mail una fuente cercana al palacio de Buckingham sobre Willow, que ahora descansará en un cementerio que hay reservado para ellos en el castillo de Balmoral.. Y añadía: «Probablemente porque Willow era el último vínculo que le quedaba con sus padres y su infancia. Es realmente el final de una era».
La raza corgi, una de las más antiguas de Reino Unido, siempre ha sido la predilecta de la Reina Isabel II. Cuando era niña, el Rey Jorge VI le regaló a Dokie y con la myoría de edad recién cumplida llegó Susan, ya legendaria en el país. Han gozado también de mucho carácter. Conocidas eran las malas pulgas que se gastaban los fieles amigosde la Monarca y mediáticos han sido los incidentes que han protagonizado con varios trabajadores del Palacio de Buckingham, entre ellos, un chófer, un relojero y un par de Policías.
Aunque ningún corgi se paseará ya alegremente por palacio como antaño lo hicieron, quienes sí lo harán serán los dos dorgis-cruce de corgi y dachsmund-, Candy y Vulcan, que todavía conviven con la Reina Isabel II.