Arsenal es el club más importante de Londres pero sobre todo es un grande y en cualquier parte del mundo el grande puede perder como cualquiera. Puede tropezar dos veces seguidas, aunque tres…ya es más complicado. Es que el entorno de un grande -de éste grande en particular- permite trastornos limitados en número y más que nada, esa platea selecta compuesta por el fanático y hasta por la prensa que mira todo con lupa, admite y se resigna a que los tropiezos sean el producto lógico de un cambio profundo y hasta traumático, como el que marca un nuevo proceso que se inicia tras la renuncia de un entrenador que estuvo la “nimiedad” de 22 años al frente del plantel principal del club.Arsene Wenger se fué y cuesta imaginar al club del norte de la capital británica sin su conductor francés, incorporado a través del tiempo a las páginas históricas de los bautizados “Gunners”. Aunque a los hinchas les duela, la transición que comienza será larga y dolorosa, como aún hoy lo viene siendo la que pauta el momento de Manchester United, uno de los clubes más poderosos del mundo, tras el retiro de su ícono, Sir Alex Ferguson, ocurrido hace ya varias temporadas, luego de haber ocupado el banquillo del D.T. durante la friolera de un cuarto de siglo. Hoy, el orgulloso y petulante José Mourinho tiene que ver como el City, el rival de ciudad al que el popular United siempre miró desde arriba y hasta menospreció históricamente a gusto y antojo, manda en el fútbol inglés a fuerza de poder, dinero y estabilidad.

Si el lector tiene a bien meterse en la cancha del “Emirates”, el estadio de Arsenal, al norte de Londres, uno de los cambios claves que el nuevo técnico pretende introducir en el “Gunner”, es la implantación de un balance adecuado en el mediocampo del equipo. Los críticos de Wenger -una legión en los últimos tiempos- le endilgaban, entre muchas otras cosas, que la oncena carecía de contención en esa zona de la cancha, una debilidad que los delanteros rivales aprovechaban permanentemente, paseándose por allí muy sueltos de cuerpo y castigando sin piedad, con pelota y situación dominadas, a los desamparados defensas, siempre en desventaja al no contar con la armadura que amortiguara el vértigo de los rivales catapultados en velocidad.

CAMBIO. “Ninguno de los fichajes de este verano en Arsenal simboliza el tiempo de cambio en el club como el de Lucas Torreira”. Con esa sentencia James Olley, Corresponsal Jefe en Fútbol del Evening Standard de Londres, abría, días atrás, un reporte de dos páginas del vespertino, casi enteramente dedicadas a ensalzar las virtudes del volante uruguayo. En otro segmento de la nota, el periodista señala a Torreira como el factor clave de la “desaparición” de Cristiano Ronaldo en el triunfo uruguayo  ante Portugal, por octavos de final del último Mundial. También destaca que el fraybentino es un ganador nato de pelotas divididas, un recuperador de balones sin igual, virtudes que no le impiden tener un ojo especial para meter fantásticos pases en profundidad.

“Me gustó el balance que Torreira le dió a nuestro mediocampo en el segundo tiempo”, declaró el nuevo entrenador “Gunner”, Unai Emery, quien durante dos temporadas dirigió a Edison Cavani en el París Saint Germain. Cuando a los 56′ del último encuentro de Arsenal -como local ante West Ham United- el ex-Sampdoria ingresó por el juvenil Guendouzi, la primera pelota que tocó la transformó en un pase formidable entre líneas, que dejó sólo al francés Lacazzette frente al arquero polaco Fabianski (ex-Arsenal), quien le negó el gol con una gran tapada. Para ese entonces el partido estaba 1 a 1 pero el local no conseguía imponer la presencia imprescindible para desalentar las aspiraciones ofensivas de la visita, situación nada extraña por cierto en el Arsenal de los últimos años.

DOMINADOR. Ya rondando los 70′ comenzó a notarse que Torreira llenaba el medio con autoridad. Encajó un nuevo pase profundo y rasante que esta vez desaprovechó el ex-Borussia Dortmund, el francés Aubameyang, pero lo medular es que para entonces, con el diminuto uruguayo sacando pecho, Arsenal se plantó y se sintió como dominador, al punto que pronto llegó su segundo gol y siguió martillando por el tercero. A los 83′ Torreira ejecutó su primera pelota quieta en su nuevo equipo -un corner- pero le quedó muy corto y auspició un peligroso contragolpe que el rival finalmente no aprovechó. Por último, a los 86′ el fraybentino culminó un “pressing” ofensivo de su equipo con un gran anticipo, provocando una nueva acción de peligro a la postre no concretada por sus compañeros.

IRREAL. Tras el triunfo -3 a 1- la voz del hincha “Gunner” no se hizo esperar y las redes sociales se poblaron muy pronto con sus sentencias.  Algunas de ellas fueron: “Ahora Torreira a la cancha desde el comienzo”; “Que empiece con Torreira”; “Hace jugar bien a Xhaka (el mediocampista mundialista suizo) y a Ramsey (el galés) y todavía releva a Bellerín (lateral derecho español) cuando se proyecta en ofensiva”. Y finalmente la más gráfica por lejos: “Su versatilidad es irreal”.

Lucas Torreira, por la función que realiza, la de contención y balance, que, si bien es muy apreciada y valorada por los entrenadores y hasta por los periodistas especializados, debería ser el típico jugador que “no se ve”, como reza el dicho popular, ya que normalmente el futbolista que cumple con un trabajo escencialmente táctico no llena el ojo exitista del hincha común, quien pretende levantarse de la butaca para aclamar grandes pases de magia o goles antológicos. Sólo dos factores explican la reacción inusual del hincha ante un futbolista de sus características: el primero es que Arsenal lo necesitaba como el pan de cada día y el segundo es que el de Fray Bentos adorna su funcionalidad y practicidad indiscutibles con…una versatilidad irreal.

 

(Por Alvaro Lovrera – La Oral Deportiva)