Una empresa española organiza estancias de cuatro días, por 10.000 euros, en una cavidad de 1,5 km donde se recrean las condiciones de vida en el planeta rojo
Sobre el futuro próximo de los viajes espaciales hay muchas dudas y al menos dos certezas: habrá mineros… y habrá turistas. Se buscarán fuentes de riqueza nuevas o raras y crecerán las propuestas de ocio. Recientemente supimos que el multimillonario japonés Yusaku Maezawa será el primer turista que volará alrededor de la Luna en una nave de la compañía SpaceX. Y estos días hemos visto cómo estará decorado el primer hotel en el espacio, Aurora Station, que ya acepta reservas por 70.000 euros. En la última edición de Fitur se presentó, además, un proyecto español si cabe más sorprendente. Una empresa bautizada como Astroland (Agencia Interplanetaria Española) está acondicionando una cueva en Arredondo (Cantabria) en la que se recreará el ambiente de Marte para un experimento entre la ciencia y el turismo. Participarán diez personas en cada misión –hay diez previstas, la primera en junio– que buscarán respuestas a la pregunta de cómo será una colonia humana en el planeta rojo.
A los responsables de Astroland no les interesa el viaje, sino las dificultades que plantea la vida en Marte. Seguramente, ningún ser humano irá allí en más de una década. Entre tanto se han propuesto investigar las tecnologías y habilidades que harán falta en un territorio tan hostil, a 60 millones de kilómetros de distancia. Esta vez estarán en una cueva sin identificar por ahora (en Cantabria hay 9.000) que mide 1,5 km de largo por 60 m de altura, un lugar pretendidamente parecido a los tubos de lava de la superficie de Marte. Allí se instalarán los turistas seleccionados en función de sus capacidades, desde electricistas a arquitectos, por poner dos ejemplos, que deberán cumplir un plan de trabajo y objetivos como si fueran astronautas, sin poder salir, comunicados con ocho minutos de retardo con un centro de control instalado en el Parque Tecnológico de Cantabria.
Resultaría fácil hablar de «un Gran Hermano marciano» (estarán monitorizados las 24 horas), pero según David Ceballos, director general de Astroland, no sería justo. «El turismo es una consecuencia de la idea científica», explica. Ceballos cree que puede servir para financiar en parte su búsqueda de soluciones tecnológicas para un futuro hogar en el espacio. De hecho, habrá un patronato científico –expertos de todos los sectores– que guiará cada programa que se ponga en marcha, desde el estudio de los trajes espaciales –impresos en 3D– a las fórmulas para minimizar el impacto de la huella humana. Para los «colonos», este viaje espacial sin salir de España no será barato: 10.000 euros por noventa días de entrenamiento a distancia, un día de pruebas en el destino y cuatro de estancia en la cueva, donde trabajarán en los objetivos de la misión, como la autosuficiencia energética o los cultivos hidropónicos..