En una nueva columna de Lugar a dudas, el periodista Antonio Ladra reflexionó sobre la coyuntura actual ante la llegada del Covid-19 y la manifestación de descontento que el PIT-CNT retoma para este momento: la cacerolada.

En estos momentos tan desastrosos como los que vive nuestro país y el mundo, a raíz de la pandemia del Covid-19, siempre es bueno acudir al archivo.

Fue en mayo de 2016 que hubo una convocatoria a cacerolear realizada por muchos adherentes del actual gobierno.

Fue, según decían en aquel momento, en protesta por el aumento de impuestos que se aplicó para equilibrar lo que la mala administración de Ancap nos llevó.

Fue, según decían en aquel momento, para protestar por la inseguridad.

Fue, según decían en aquel momento, en contra de la corrupción y acomodos del gobierno.

En mayo de 2016 escribí un pequeño artículo que ahora replico y lo hago ante el llamado a cacerolear este miércoles 25.

Se tituló “Cacerolas”.

La primera vez que participé de un caceroleo fue el 25 de agosto de 1983, en una acción convocada por Serpaj. La medida fue acompañada por un apagón de luces voluntario.

El día del caceroleo no fue al azar, porque, además de ser el Día de la Independencia, culminaba un ayuno iniciado el 11 de agosto por los sacerdotes “Perico” Pérez Aguirre y Jorge Osorio y el pastor Ademar Olivera en rechazo a la dictadura.

Los primeros caceroleos de los que se tiene registro, que tuvieron lugar en Chile entre 1971 y 1973, fueron contra el gobierno de Salvador Allende.

Después las cacerolas se callaron y fue, justamente, en Uruguay donde revivieron y, por lo menos en nuestro país, los caceroleos están asociados al rechazo a una dictadura.

Ahora, en algunos lugares de Montevideo, muchos ciudadanos hicieron sonar las cacerolas, esta vez contra el gobierno de Tabaré Vázquez. Están en su derecho, pero para mí las cacerolas ayudaban a tumbar dictaduras.

Recordé esta nota porque justamente para esta noche la ciudadanía está convocada a cacerolear en respaldo de una serie de medidas que promueve el PIT CNT, entre otras organizaciones.

Son once medidas con las que pretenden hacer frente a la situación dramática que seguramente se vivirá en nuestro país en los próximos meses.

No voy a entrar en el análisis de las medidas, pero sí en las formas de promover esas medidas.

Estamos viendo una tragedia, es cierto, entre otras cosas porque tenemos un gobierno que hoy hace 25 días que asumió y se enfrenta desde hace 13 días con esta pandemia.

De verdad, ¿creen que es momento de cacerolear?

Los promotores de la medida, no sé si porque se han dado cuenta de lo apresurado de la misma, ahora le quieren quitar presión y dicen que no es contra el gobierno que asumió hace 25 días, sino que es en respaldo a las medidas que plantean. Una línea de tiempo aclara un poco más: las medidas se dieron a conocer el viernes 20 y según un comunicado que este lunes pasado emitió el PIT CNT como “no hemos recibido una respuesta del gobierno”, se decidió realizar la caceroleada.

¿Es que alguien su sano juicio va a pensar que quien salga con una cacerola lo hace en respaldo de algo o será, como ya está impregnado de nuestra cultura, en contra de algo?

El PIT CNT está jugando con fuego. Está fomentando, no quiero decir grieta, pero si el enfrentamiento entre los uruguayos, hasta en las propias familias: ¿cómo hago para convencer a ese familiar que se quedó sin trabajo a que no salga a protestar?, ¿cómo me planto?, ¿cómo le explico aquello de la lealtad institucional a alguien que le empieza a hacer ruido la panza porque solo tiene un mate?

Entiendo y comparto la preocupación del PIT CNT por una situación que ya ha implicado que cientos de trabajadores vayan al seguro de paro, que cientos de empresas estén cerradas por la peste, pero que no saben si van a poder abrir cuando esto pase.

Entiendo y comparto esa preocupación porque empezamos a ver un paisaje que ya conocemos, que ya vivimos no hace mucho tiempo atrás con la crisis del 2002: ollas populares, gente triste, vemos un país triste y gris a pesar de que el verano se resiste a irse.

Plantearle una protesta al gobierno y decir encima que está ausente, como si no estuviera tomando medidas para intentar solucionar un problema sobre el que claramente no tiene ninguna responsabilidad, es una actitud, por lo menos, de política oportunista y a la vez reprobable. Y, ¡ojo!, nadie dice que no está en su derecho protestar, pero reitero, no es el momento.

Ya que hablé de la crisis del 2002 quiero recordar otro tipo de accionar, quiero recordar un paro con sentido patriótico, fue aquel que se hizo en febrero del año 2002, en el banco Galicia, cuando los depósitos de los argentinos se iban como arena entre los dedos del Uruguay y el Banco Central no tenía como responder para proteger el sistema financiero.

Quiero recordar aquel movimiento sindical, el de Juanjo Ramos, el de Pepe D´Elía. Quisiera que hoy siguieran el ejemplo de los trabajadores de la construcción que mientras miles salen de licencia especial, justamente por la pandemia, los que están trabajando en la ampliación del CTI del Pereira Rosell seguirán al firme con el fretacho y el balde.

Eso es tener sentido de Nación, es tener sentido de país.

Pero reitero, proponer una cacerolada en este momento no conduce a nada, cuando lo que se requiere es la unidad de todos.

En lugar de esta cacerolada quisiera ver a toda la dirigencia de la oposición respaldando al gobierno. Que esa foto que tanto enorgulleció a los uruguayos del pasado 1 de marzo se reitere.

Esto es responsabilidad del gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou, todos, incluso Manini que en un cálculo mezquino ha querido marcar perfil, y de toda la oposición. No quisiera dudas, no quisiera cálculos menores.

Que hay cosas para hacer, por supuesto, que hay cosas para mejorar, no me cabe la menor duda, pero será necesario el concurso de todos y claro, algunos deberán dar más que otros, porque hay muchos que no pueden dar nada, se han quedado sin nada. Pero hoy, se requiere el concurso de todos.

Quiero despedirme citando a Carlos Bustamante, un periodista argentino, radicado en Italia, quien entrevistado en América tv a propósito de esta pandemia y después de relatar lo terrible de la misma, culminó entre lágrimas diciendo: «Hoy en la tragedia colectiva no hay religión, no hay color de piel, no hay pobres o ricos. Ante la tragedia, estamos en un solo bando».

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Foto: Gastón Britos / FocoUY